La nube de humo provocada por los incendios forestales que envolvía Moscú está abandonando gradualmente la capital rusa tras cuatro días de agobio para sus diez millones de habitantes.

En algunos barrios de la ciudad se comenzó hoy a vislumbrar el sol a partir de las primeras horas de la tarde, mientras el intenso olor a quemado parece haber abandonado definitivamente las casas y los pasillos de viviendas y edificios oficiales.

EL VIENTO ALEJA LA NUBE DE HUMO

En el distrito noroccidental aún se percibe el manto de humo, pero el cambio en la dirección del viento está empujando la nube fuera de los límites de Moscú, donde las temperaturas rondan desde hace semanas los 35 grados.

Por primera vez en varios días, los viajeros del metro dejaron de carraspear y de frotarse los ojos al desaparecer la neblina tóxica que tomó el suburbano la pasada semana.

En los aeropuertos, donde el humo causó la cancelación y atrasos de decenas de miles de vuelos, la visibilidad ha mejorado significativamente, según las autoridades aeroportuarias.

LA ALARMA SIGUE POR LAS PARTÍCULAS DE CENIZA

Con todo, el Instituto Meteorológico de Rusia advirtió de que el nivel de contaminación medioambiental en Moscú seguirá siendo alarmantemente alto en los próximos días debido a las partículas de ceniza en suspensión.

En los últimos días, el contenido de monóxido de carbono en el aire superó en hasta 6,6 veces la norma, razón por la que muchos moscovitas salían a la calle protegidos con mascarillas o pañuelos húmedos.

El sábado la visibilidad en algunos barrios de la ciudad no rebasó durante varias horas los 50 metros, lo que decidió a muchas embajadas a dar permiso a sus funcionarios para que salieran de la ciudad y a recortar las horas de atención al público.

Según el jefe del departamento de Sanidad del Ayuntamiento, Andréi Seltsovski, la mortalidad en Moscú se ha duplicado en los últimos días debido a la ola de calor y al humo de los incendios en las turbas y bosques de la región de Moscú.