Los ocho reactores que conforman el parque nuclear español acumulan más de 3.569 toneladas de residuos radioactivos, almacenadas en la actualidad por separado en las piscinas de combustible gastado, o en contenedores sellados al aire libre, como es el caso de la central de Trillo, en Guadalajara.

Sin embargo, la capacidad de las piscinas es limitada, y su saturación será una realidad en el 2013 en el caso de uno de los reactores de Ascó (Ribera d´Ebre). La otra piscina de la localidad se saturará en el 2015, y la dinámica se repetirá en todas las poblaciones que adopten estas medidas de almacenamiento.

UN ALMACÉN IMPRESCINDIBLE

Ante este panorama, sin olvidar el combustible que aparecerá tras el desmantelamiento definitivo de la central Vandellós 1, la industria nuclear española considera imprescindible la construcción de un almacén temporal centralizado que acoja los residuos de todo el país. De esta manera, serían gestionados de una manera conjunta que optimice el control y la seguridad del proceso, siguiendo el modelo de otros países como Alemania, Francia, Holanda, India y Japón.

El Gobierno ha previsto la construcción del almacén y para ello ha ofrecido al municipio que quiera albergarlo una inversión inicial de 700 millones de euros, que se completarán con una aportación anual de otros seis, y un centenar de puestos de trabajo.

Dicha construcción estará diseñada para acoger 6.700 toneladas de elementos combustibles durante 60 años, aunque está previsto que pueda ampliarse si así se requiere. Solo con los residuos actuales almacenados en las piscinas, el almacén tendría asegurada de inicio una ocupación superior al 50%.

ARGUMENTOS EN CONTRA

Aun así, el debate de fondo es la idoneidad de la energía nuclear, ya que parte del combustible gastado que genera continúa siendo radiactivo y con potenciales efectos nocivos para la salud de los seres vivos durante cientos de miles de años en algunos casos.

Las principales críticas ecologistas se centran en que el cementerio nuclear se construirá sin que exista un calendario de cierre definitivo de las nucleares españolas, además de sin el consenso territorial adecuado, lo que a su juicio perpetuará un modelo energético contrario a sus principios.

En medio de esta tormenta, en la que pocos son los que públicamente han querido dar su apoyo sin fisuras a una construcción de este tipo, los municipios deben presentar sus candidaturas antes del 31 de enero para que el Gobierno decida durante los próximos meses.