El Peñón del Colorado, un paraje que fue campo de instrucción durante la guerra civil y más tarde un campo de fútbol de tierra, se convertirá a partir de septiembre en un ir y venir de retroexcavadoras, cubas de tierra y arquélogos en busca de la supuesta fosa común en la que reposan Federico García Lorca, el maestro Dióscoro Galindo y los banderilleros anarquistas Francisco Galadí y Joaquín Arcollas. El Ayuntamiento de Alfacar (Granada) acaba de dar la luz verde al proyecto de la asociación memorialista Regreso con Honor, encabezada por el historiador Miguel Caballero y el arqueólogo Javier Navarro,por lo que ahora solo queda cuadrar las agendas del equipo internacional y multidisciplinario que participará en los trabajos de búsqueda.

El permiso del consistorio granadino se une a los ya otorgados por la Consejería andaluza de Medio Ambiente, dueña de los terrenos, por lo que ya no queda ninguna traba burocrática que salvar. La asociación dicen contar además con la financiación necesaria gracias a una campaña de patrocinio y mecenazgo en la que han recibido aportaciones económicas de lugares como España, Puerto Rico o Inglaterra. Los trabajos de la que sería la tercera búsqueda de la fosa común, una más de las muchas que quedan de la guerra sin localizar pero sin duda la más emblemática por la naturaleza de una de las víctimas, empezarán a mediados de septiembre, según ha confirmado Navarro.

Durante cinco o diez días se estará removiendo la tierra para eliminar el material de relleno con el que se trató de nivelar este pequeño espacio deportivo, unos 200 metros cuadrados, y acceder a los puntos marcados por el georradar como compatibles con fosas. A continuación se procedería con las catas y sondeos para identificar posibles restos humanos. En ese momento sería cuando se incorporarían el resto de profesionales, que “en la actualidad se encuentra trabajando en otros proyectos en lugares tan remotos como el desierto de Atacama en Chile o en la Antártica”, resalta Navarro para avalar su excelencia.

La normativa indica que en caso de hallarse restos con signos de violencia, hay que documentarlo y comunicarlo inmediatamente al juzgado de guardia y, en este caso, a la Dirección General de Memoria Histórica andaluza. Llegados a este punto, hay que tener en cuenta que solo hay autorización para la identificación genética de Dióscoro Galindo, y se está a la espera de lo que puedan decidir los nietos de Francisco Galadí. De sobra es conocida la oposición de la familia Lorca a la identificación o exhumación de sus restos.

En este caso, Navarro asegura que se podrá identificar“antropomórficamente” a los cuatro enterrados, dada la numerosa documentación existente sobre ellos y sus características físicas. “Galindo era obeso, le faltaba una pierna, y era de edad avanzada”, remarca. Otra cosa, por tanto, será la identificación mediante ADN. “La notificación de quién es quién debe ser reservada a los familiares, si hay restos sobre los que no podemos comunicar serán enterrados en el cementerio, como ocurre en cualquier otra fosa común”, explica.

NUEVAS VERSIONES

¿Y cual es la diferencia entre esta y anteriores búsquedas? El nuevo espacio señalado se encuentra a 400 metros del parque Garcia Lorca, el lugar marcado en sus investigaciones por Ian Gibson y que ya en el 2009 fue objeto de una exhaustiva prospección que terminó en nada. La culpa de ese fallo, según sostiene Miguel Caballero, radica en que las tesis defendidas por Gibson se basan fundamentalmente en el testimonio de Manuel Castilla, 'Manolo el Comunista', que aseguró al hispanista haber participado en el entierro del poeta. Sin embargo, las investigaciones de Caballero contradicen esta tesis ya que el supuesto enterrados llegó semanas después a la localidad e incluso llegó a reconocer que hablaba de oídas y no participó directamente en dar sepultura a Lorca.

Para remarcar su versión, Caballero apunta a la propia familia Lorca. “En el año 89 se intentó hacer un campo de fútbol y, cuando ese trabajo iba a comenzar, la hermana de Lorca escribió una carta destinada al entonces presidente de la Junta de Andalucía Manuel Chaves y al alcalde de Alfacar, en la que pedía que se suspendieran los trabajos porque en esa zona estaba enterrado su hermano”.