El huracán Katrina convirtió a Nueva Orleans en el escaparate de la pobreza en EEUU, para asombro del mundo. Ni siquiera los funcionarios están allí al abrigo de la miseria, pues el ayuntamiento anunció el jueves el despido de casi la mitad, unos 3.000, porque ni el Gobierno federal ni los bancos privados han aportado fondos para pagar la nómina, en una ciudad que está en la ruina. "Estoy sin casa, así que completemos la puñalada", bromeó el alcalde, Ray Nagin, cuando le pregundaron si se bajaría el sueldo.

Los 13 millones de dólares (10,8 millones de euros) de ingresos fiscales de Nueva Orleans se han evaporado, ya que toda actividad se ha paralizado en la ciudad. Los 202 millones de dólares de ayuda aportados hasta ahora por la agencia federal de gestión de emergencias (FEMA), sólo pueden usarse por ley para pagar horas extras de funcionarios, no sus nóminas.

"Estamos tratando de que esto se revise con carácter de urgencia", explicó la gobernadora demócrata de Luisiana, Kathleen Blanco, a sabiendas de que no se llegará a tiempo de salvar el empleo de los funcionarios. En los últimos cuatro años, la pobreza no ha hecho más que crece.