Recargar el teléfono móvil, alimentar marcapasos o bombas de insulina, impulsar brazos robóticos y suministrar electricidad a unos montañeros son algunas de las posibles aplicaciones de un sorprendente dispositivo que se coloca en la rodilla y aprovecha la energía que involuntariamente se genera al caminar. Parece sencillo, pero es muy complejo. Los científicos de EEUU y Canadá que lo han desarrollado asumen que se trata de un prototipo mejorable en algunos aspectos, sobre todo el peso (1,6 kilos) y el volumen, pero insisten en que las pruebas no han detectado un mayor agotamiento entre los voluntarios. "Es como los sistemas que aprovechan la energía que crean los coches híbridos o los trenes cuando están frenando", ponen como ejemplo. Los detalles se publican esta semana en la revista Science .

El dispositivo, que va atado a las dos piernas con unos arneses, aprovecha la energía que genera el balanceo posterior a la flexión de la rodilla, es decir, no obliga a realizar un esfuerzo suplementario, escriben sus creadores, adscritos a las universidades de Michigan y Pittsburgh (EEUU) y Simon Fraser (Canadá).

Las pruebas se realizaron con seis voluntarios que caminaron suavemente por una cinta a 1,5 metros por segundo, poco más de 5 kilómetros por hora. El resultado fue que generaron una potencia de cinco vatios, más que suficiente para alimentar un ordenador o 10 móviles simultáneos. Los científicos midieron el consumo de oxígeno para determinar cuánta energía suplementaria --que resultó ser escasa-- necesitaban para activar el aparato. Luego se les dijo que corrieran, y uno de los voluntarios generó 54 vatios, aunque el coste de su esfuerzo extra todavía se desconoce.