De madrugada estalla en Cancún, cerca de los hoteles, un gran operativo de proporciones militares. Acabadas lagunas y selva, el objetivo es ahora el manglar Tajamar. Los coches oficiales cortan los accesos, reducen a los ambientalistas de guardia, mientras docenas de vehículos, trascabos y camiones se despliegan por ese humedal para talarlo, rellenarlo y aplastarlo todo. Uno de los pioneros de este gran lugar turístico, solloza: “Así se alzan los hoteles, sobre cocodrilos e iguanas, nidos de aves y alevines y cazones que boquean junto a sus madres”.

Al alba, el lugar despierta rodeado de plásticos negros, para que no puedan fotografiarlo. Hay un ‘norte’, esa tramontana caribeña, y el poco turismo se ha puesto hasta la capucha de la sudadera. No están ni los promotores del proyecto inmobiliario Malecón Tajamar. “Incluso ese pinche nombre lo dice todo”, señala uno de los activistas que días antes denunció, incluso ante la Fiscalía general, que las autoridades iban a arrasar más de 60 hectáreas de manglar sin salvar a la fauna que lo habita, desde las aves a las serpientes.

Dos días después del relleno de la mayor parte del manglar Tajamar,un juez ordena la suspensión provisional de las obras. El ministerio de Turismo recuerda que el plan maestro del Malecón Tajamar es del año 2000 y afirma que “se han cumplido todos los requerimientos ambientales que marca la ley”. Las autoridades mexicanas llegan a afirmar que “en este tiempo se propició la migración natural, se reubicó a toda la fauna silvestre del lugar”.

Las redes sociales se llenan de fotos de cocodrilos y otros animales semienterrados. Mientras, la oficialista Comisión de Derechos Humanos investiga si se respetó la garantía de “un medio ambiente sano”. Tras parar las obras, los activistas han elevado su protesta a la ONU. Con la solicitud de que México no sea la sede de la Conferencia de Partes (COP13) sobre diversidad biológica que tiene que celebrarse este año precisamente en Cancún.

LA FAUNA DESPLAZADA LLEGA A LA CIUDAD

“Hasta 200 tejones contamos en la calle, tan lindos y ya parecen una plaga”. Los vecinos de los suburbios de Playa del Carmen ven como hasta sus casas, en la zona urbana de una de las ciudades de más rápido crecimiento del mundo, se ven invadidas por animales de todo tipo desplazados por el progreso turístico.

La ristra hotelera de la costa, las autopistas y aeródromos, junto a una creciente mancha urbana, han devastado buena parte de la tupida selva baja del lado caribeño de la península de Yucatán. “Desaparecidos faisanes y venados, ocelotes y yaguarundis, a los patios de las casas asoman los tzereques y se meten los tejones”, cuenta un lugareño.