La misma España que asiste como invitada a la última reunión del G-20 y que presume de escolarización universal y obligatoria hasta los 16 años, cuenta con 742.400 personas que no saben leer y escribir, es decir, que los analfabetos son el 1,6% de la población, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Pero a la a luz de estos datos, que constituyen una "bolsa residual" y descendente, sacados con motivo del Día mundial de la alfabetización, hoy, los expertos plantean que con el auge de las nuevas tecnologías debe revisarse el concepto de analfabetismo y ampliarlo a aquellas personas que no saben moverse en el mundo digital, internet y las redes sociales.

Los profanos o analfabetos en el conocimiento, la comprensión y manejo del mundo digital serían varios millones. Los sociólogos de la educación no tienen claro dónde marcar la línea. Pero apuntan que en este apartado quizá podrían incluirse de entrada el 20% de los españoles de entre 16 y 74 años que, según el último estudio de Eurostat, no se ha conectado nunca a internet, así como todos aquellos estudiantes españoles de 15 años que en el último informe PISA ocuparon el puesto 14 de 19 países en el acceso y manejo con destreza de la información en la red.

COMO TRAS LA IMPRENTA Mariano Fernández Enguita, catedrático de Sociología en la Universidad Complutense de Madrid, compara los nuevos analfabetos con los que creó la aparición de la imprenta, hace algo más de 500 años, que incluyó a todos los que no sabían leer. "Había libros, pero eran para cuatro. Lo mismo que los ordenadores hace 20 años. Ahora son un medio común y quienes no los manejen pueden llamarse analfabetos ditigales. Es el mismo problema", subraya. No obstante, apunta una diferencia: dentro de cien años los iletrados digitales serán muchos menos que a los 100 años de aparecer la imprenta.

A pesar de que cada día son más los españoles que no pueden vivir sin internet, una herramienta que a través de sus múltiples soportes (portátiles, tabletas, smartphones...) ha cambiado radicalmente la forma de comunicarse y relacionarse con los demás, todos los estudios europeos sitúan a España por debajo de la media. Enguita considera que "lo malo no es que esta situación se produzca en las familias y los jóvenes, sino entre los docentes, que son los que deberían salvar esta distancia". "Hay --añade-- un uso muy amplio personal y de trastienda profesional entre los profesores para preparar clases, pero muy deficiente en el aula".

CONCEPTO SUBJETIVO Ramón Fernández Díaz, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Extremadura, no lo ve tan claro y advierte de que en el nuevo analbafetismo no puede tenerse solo en cuenta el buen manejo de las últimas tecnologías, sino otros conocimientos. También considera "muy subjetivo" el concepto de analfabeto funcional que suele solaparse con esta definición. "Muchos profesores universitarios mayores --defiende-- no sabrían manejar un smartphone, mientras que niños que no saben hacer nada los manejan muy bien. El analfabeto funcional es el que no sabe desenvolverse para resolver con secillez los problemas cotidianos".

MAL DEL PASADO Para el sociólogo y experto en historia educativa Rafael Feito, el analfabetismo en España es "un mal del pasado", como lo demuestra el descenso desde el 2005, año en que el INE lo cifró en 783.000 españoles. Se trata de personas mayores, marginales e inmigrantes, que van bajando según se mueren los primeros y reducen los segundos. El experto advierte de que los inmigrantes con menos formación han sido los primeros en marcharse a causa de la crisis. No obstante, advierte de otra bolsa de personas, que no constan como analfabetos para el INE, formada por jóvenes que abandonaron los estudios para trabajar en la construcción y hoy carecen de titulación y de trabajo, "y no saben ni escribir".