Las inmigrantes son el colectivo de mujeres que, porcentualmente, más sufre la violencia doméstica, como apunta el dato de las extranjeras muertas en España, que ha pasado del 15% en el 2000 al 33% en el 2005.

Para explicarlo, los expertos apuntan que, en algunos casos, el proceso migratorio incrementa el nivel de violencia de los hombres. Además, sostienen que la inmigración concentra muchos de los factores de riesgo que desatan episodios de violencia de género.

Lara Padilla, abogada de la Asociación de Mujeres Separadas y Divorciadas de Cataluña, alerta de que "sólo denuncian las que tienen papeles". "Sabemos que hay una bolsa de mujeres sin papeles que viven en un infierno y que no se atreven a ir a la policía".

Joseba Achotegui, director del Servicio de Atención Psicopatológica y Psicosocial a Inmigrantes y Refugiados, detalla los factores de riesgo que concentra el colectivo inmigrante. "Por una parte está el estrés intenso que padecen muchos extranjeros, con problemas para conseguir los papeles, con trabajos muy mal pagados y discriminados en muchas ocasiones". A eso se suma el hacinamiento en sus viviendas. "Se calcula que una persona necesita al menos 15 metros cuadrados y hay pisos donde en una habitación de 10 metros cuadrados viven familias enteras o cinco o seis personas. Todo eso incrementa mucho la tensión".

ROLES FAMILIARES Este especialista asegura que cuando llegan aquí se producen "cambios de roles familiares y de pareja muy profundos que muchos hombres no aceptan". "Muchos no asimilan que su mujer trabaje, que pueda ganar más que él o que tenga más libertad", afirma, y destaca que, en muchos casos, esa violencia doméstica que se produce aquí no ocurría en sus países de origen.

Carmen Simón, directora de una casa de acogida para mujeres del Instituto para la Promoción Social y de la Salud, afirma que "la inmigración no genera por sí sola la violencia, pero sí la puede agravar". "Muchas mujeres nos han dicho que su marido ha cambiado desde que está aquí". Lo atribuye, entre otras causas, a que algunos hombres canalizan su frustración con la violencia hacia sus mujeres.