Los países que se han citado en la cumbre de la ONU en Copenhague contra el cambio climático han logrado un "avance sin precedentes y significativo", anunció ayer el presidente de EEUU, Barack Obama.

En declaraciones a la prensa, Obama expresó su satisfacción por el acuerdo conseguido tras más de doce horas de negociaciones en la capital danesa que culminaron con un encuentro entre EEUU, Brasil, India, China y Sudáfrica en el que se forjó el pacto. Además, reconoció que será "muy complicado" y "llevará un tiempo" cerrar un tratado que sea legalmente vinculante, algo que requerirá "más confianza" entre las partes.

LO APROBADO El acuerdo logrado anoche, precisó, no será legalmente vinculante pero sí hará que los países fijen sus objetivos de recorte de emisiones de gases contaminantes. El presidente estadounidense apuntó que en Copenhague las conversaciones se vieron perjudicadas por un "punto muerto fundamental en las diferentes perspectivas".

Acerca de por qué no ofreció propuestas más ambiciosas para tratar de romper ese punto muerto, indicó que su Gobierno no quiere hacer promesas que no pueda cumplir y no puede "de la noche a la mañana" alcanzar la independencia energética.

Según había dicho antes un alto funcionario estadounidense que habló bajo la condición del anonimato, el pacto aporta un mecanismo para supervisar y verificar los recortes de emisiones en los países en desarrollo pero fija unos objetivos menos ambiciosos de lo que esperaban inicialmente EEUU y los países europeos, según las fuentes.

Sí mantiene el objetivo de limitar el aumento de la temperatura terrestre a dos grados, como buscaban europeos y estadounidenses. También incluye un acuerdo sobre la financiación que aportarán los países más ricos a las economías en vías de desarrollo para su adaptación al uso de tecnologías limpias.

Ninguno de los países está completamente satisfecho con lo logrado pero el acuerdo representa, insistió el alto funcionario, un "paso histórico" que servirá de base para pactos más sustanciales en el futuro.

Obama llevó a cabo una intensa serie de reuniones a lo largo de su estancia en Copenhague de 12 horas, que comenzaron con un encuentro multilateral con más de veinte países e incluyeron dos encuentros con el primer ministro chino, Wen Jiabao, cuyo país mantenía las principales diferencias con Washington en la cumbre.

Inicialmente su estancia estaba previsto que fuera de solo nueve horas, aunque optó por prolongarlas para intentar llegar a un acuerdo.

Tras sus declaraciones, el presidente estadounidense tenía previsto regresar a Washington sin esperar a la votación del acuerdo, para evitar la tormenta de nieve que se cierne sobre la capital estadounidense. En su discurso de la mañana ante los líderes reunidos en Copenhague, Obama había instado a los participantes a lograr un acuerdo, al recordar que "se nos agota el tiempo" y "debe haber movimiento por parte de todos".