La obesidad podría estar condicionada no solo por la cantidad de alimentos ingeridos, sino por las características de la flora intestinal, según sugieren dos sorprendentes estudios realizados en EEUU. Unos investigadores han descubierto que los ratones y los humanos de complexión gruesa tienen, en comparación con sus congéneres delgados, una proporción diferente de determinadas bacterias encargadas de la digestión y el equilibrio energético. Y, lo que es más curioso, cuando las mismas personas adelgazan, esas bacterias aumentan en su estómago.

Los humanos no tienen flora intestinal al nacer, y la desarrollan en los primeros días de vida. Llegan a acoger en edad adulta hasta 100 billones de bacterias. Un alto porcentaje "desempeñan un papel fundamental en este proceso, en la digestión, que hace que los alimentos puedan ser asimilados por el organismo", explican los autores del trabajo en la revista Nature . Dos grupos suponen el 90% del total, tanto en humanos como en roedores: los Bacteroidetes y los Firmicutes.

El equipo de Jeffrey Gordon, de la Universidad Washington en San Louis, ha comprobado --tras analizar las heces de 12 voluntarios-- que la proporción de Bacteroidetes es menor en los obesos que en los magros. Concretamente, en los primeros constituyen el 5% de la flora intestinal, mientras que en los segundos llegan al 20%. Los 12 obesos del estudio fueron sometidos a dos tipos de dietas adelgazantes, una pobre en grasas y otra pobre en hidratos de carbono. Fuese cual fuese el régimen seguido, la cantidad de Bacteroidetes crecía rápidamente y los Firmicutes se hacían menos abundantes.