LLa jerarquía eclesiástica realizó ayer una exhibición de fuerza en Madrid, ciudad en la que se congregaron cientos de miles de católicos llegados de toda España para celebrar "la fiesta de la sagrada familia". A diferencia del año pasado, en esta ocasión no hubo tono apocalíptico en los discursos. Ningún obispo achacó al Gobierno socialista el derrumbe de la democracia española, como ocurrió en la convocatoria del 2007. Las formas fueron distintas, pero el fondo siguió siendo el mismo: un no rotundo al aborto y otro no más rotundo todavía a las familias que se aparten de la doctrina católica.

Esta vez, tampoco hubo excesivas banderas españolas ni pancartas demoledoras contra el Ejecutivo entre los manifestantes. Los organizadores cifraron en un millón el número de asistentes, un número muy exagerado ya que está matemáticamente calculado que la plaza de Colón y sus alrededores solo pueden albergar a unas 350.000 personas.

VIAJANDO EN AUTOBUS Armados con termos de café y chocolate, sillas, gorros, guantes y bufandas, diarios La Razón (que un repartidor regaló en la calle) y globos blancos de Abc , los católicos llegaron a Madrid a primera hora de la mañana tras pasar la noche viajando en autobuses desde sus comunidades autónomas. "Vengo de Toledo a ver si se arregla la familia", proclamaba una señora minutos antes de comenzar la ceremonia. "Claro que la familia está atacada. Ahí están el aborto y la eutanasia", clamaba una madrileña, madre de cuatro hijos, mientras tomaba un vaso de chocolate caliente. A su lado, un señor, padre de 12 hijos, asentía.

Tras una fallida conexión con el Papa, Kiko Argüello --fundador del movimiento ultraconservador Camino Neocatecumenal-- dio la bienvenida a las familias católicas, con cánticos incluidos. Pasadas las doce del mediodía, el presidente de la Conferencia Episcopal (CEE) y cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, tomó el micrófono. "El modelo de la verdadera familia, cuya actualidad no pasa nunca es lo que queremos anunciar", exclamó.

Varela arremetió contra la asignatura de Educación para la Ciudadanía y el matrimonio entre homosexuales. Eso sí, sin nombrarlos. "Estamos convencidos --subrayó-- de que es posible vivir el matrimonio y la familia de forma muy distinta a la que en tantos ambientes de nuestra sociedad está de moda y que dispone de tantos medios y oportunidades mediáticas, educativas y culturales para su difusión".

El presidente de la Conferencia Episcopal (CEE) --arropado por unos 25 obispos, ninguno de Catalunya-- no tardó mucho en pronunciar la palabra aborto, "una de las lacras más terribles de nuestro tiempo tan orgulloso de sí mismo y de su progreso". "Estremece el número de los que son sacrificados. Ellos son los nuevos santos inocentes", destacó mientras la multitud aplaudía.

Tras el aborto, otro asunto clave de la homilía del cardenal fue el concepto de familia, algo que nace exclusivamente "cuando un varón y una mujer se entregan para toda la vida en el verdadero matrimonio y cuando no impiden que brote una nueva vida, la de sus hijos".

SENTADA EN UNA CLINICA Mientras la multitud de la plaza de Colón escuchaba al cardenal Rouco cargar contra el aborto y los modelos alternativos a la familia católica, unos 50 manifestantes realizaron una sentada en una clínica de Madrid que practica abortos legales. "Las mujeres se quedan vacías cuando abortan", exclamó una señora. La policía detuvo a dos de los manifestantes.