El secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Juan Antonio Martínez Camino, se lío ayer al tratar de matizar el visto bueno de los obispos alemanes a la administración de la píldora del día siguiente a mujeres que han sido violadas. Así, aseguró que los españoles autorizarían ante estos casos "si la hubiera" una píldora anticonceptiva que evitara la fecundación, pero recordó que la Iglesia rechaza los actuales fármacos porque, a su entender, todos son abortivos. El portavoz episcopal subrayó que ante una violación, un acto que "no es conyugal sino de injusticia y de violencia, es legítimo tratar de impedir la fecundación, pero no abortar". "En ningún caso --dijo-- es legítimo quitarle la vida a un ser humano".

El problema es que el fármaco que autorizaría la Iglesia española simplemente no existe. Y la diferencia entre los prelados alemanes y los españoles es que los primeros consideran que la píldora del día después no es abortiva, como también sostienen la OMS, el Ministerio de Sanidad y las sociedades médicas, sino anticonceptiva, ya que impide o retrasa la ovulación y evita el embarazo pero nunca lo interrumpe. Por eso, aunque en una decisión inédita los prelados alemanes autorizaron el pasado día 20 su dispensación a víctimas de violaciones, Martínez Camino se empleó a fondo para negarlo e insistió en que la Iglesia española no tiene conocimiento de que exista una píldora que, tras una violación, evite la concepción y no sea abortiva. "Si en Alemania la hay --explicó--, nos enteraremos. Pero no se puede matar a un ser humano aunque solo tenga una hora de vida".