La primera vez que el nombre de Greta Thunberg retumbó por todo el mundo fue hace poco más de un año. Era el 20 de agosto de 2018 cuando la joven estudiante sueca, hasta entonces desconocida, se plantó ante el parlamento de su país exigiendo un mayor compromiso político en la lucha contra la crisis climática. Pero ahora, tras apenas 15 meses de sus primeras protestas públicas, el mundo entero está pendiente del viaje de la activista rumbo a la península ibérica para asistir a la Cumbre del Clima que se celebrará en Madrid del 2 al 13 de diciembre.

En estos momentos, la joven activista por los derechos del medioambiente está navegando por el Atlántico a una velocidad de unos 10 nudos, esquivando borrascas y oleadas rumbo a Europa. Su viaje deja rastro en tiempo real en el mapa de 'La Vagabonde', un velero propiedad de una pareja de youtubers australianos que documentan sus periplos por el mar desde el 2014 y que ahora acogen la travesía transatlántica de la líder del movimiento 'Fridays for future'. Hace unos meses, la ecologista había viajado hasta el continente americano para asistir a las cumbres de Nueva York y de Santiago de Chile. Pero el traslado de última hora de la COP25 a Madrid cambió radicalmente su rumbo. Tras el anuncio oficial de los organizadores, la joven pidió ayuda a través de las redes sociales para llegar a España y en pocos días anunció que había encontrado un medio de trasporte ecológico para llegar a la conferencia en la que los líderes políticos de todo el mundo discutirán el futuro de la lucha contra la emergencia climática.

El periplo de Greta hacia Madrid zarpó a mediados de noviembre. Y, según explica en el 'diario de viaje' que comparte en su cuenta de Twitter, llegará a la costa a principios de diciembre. Originalmente, el velero en el que viaja debía desembarcar en Galicia, pero la previsión de mal tiempo ha hecho que los navegantes optaran por dirigirse hacia Lisboa. Una vez allí, la activista se desplazará hacia Madrid intentando, como siempre, generar la menor huella ecológica posible. Así que, descartados los aviones, las únicas opciones que tendría sería desplazarse por carretera o en tren. Hace unos días, la Junta de Extremadura ofreció a la activista un coche eléctrico para llegar a la cumbre. Pero, por ahora, poco se sabe de los futuros pasos de la ecologista hacia la Cumbre. Todo apunta que, como ha ocurrido hasta el momento, la joven irá narrando la evolución de su viaje a través de las redes sociales.

La travesía ecologista

Echando la vista atrás, la travesía transatlántica de la ecologista zarpó a principios de agosto. Tras un año exacto de activismo, la joven impulsora del movimiento estudiantil de lucha por el planeta anunció que cruzaría el océano, desde el Reino Unido hasta Estados Unidos, para asistir a la Cumbre de Acción Climática de la ONU de Nueva York y la Cumbre del Clima de Santiago de Chile. Anteriormente, la joven activista ya había comparecido ante el Foro Económico Mundial de Ginebra, el Comité Económico y Social Europeo de Bruselas, el Austrian World Summit de Viena, la Asamblea Nacional en París y otras muchas manifestaciones en Berlín, Hamburgo, Roma y Laussane. Pero los futuros escenarios eran aun mayores. En agosto, Greta se dispuso a empezar su travesía a bordo del velero Malizia II, un vehículo de "cero emisiones" que se alimenta en base a paneles solares y turbinas subacuáticas, con el que logró desembarcar en la gran manzana a principios de septiembre.

Tras su llegada a suelo estadounidense, Greta se incorporó a las manifestaciones estudiantiles por el clima, que por aquel entonces ya iban por la 55a semana consecutiva. El 23 de septiembre, la activista de 16 años compareció ante decenas de jefes de Estado y líderes empresariales en la sede de Naciones Unidas para reprochar la inacción ante la crisis climática. Su discurso, cargado de emoción y rabia, rápidamente dio la vuelta al mundo. Ella, mientras, continuó su viaje en tren para propagar su protesta por el territorio norteamericano. En poco más de un mes, Greta protagonizó marchas estudiantiles en Washington, Iowa City, Edmon, Los Ángeles, Charlotte y, en suelo canadiense, en Montreal, Alberta y Vancouver. La activista también aprovechó su viaje para visitar centros de conservación de especies en peligro como un centro de Quebec dedicado a los mamíferos marinoss y el santuario de animales de Ontario. También se reunió con activistas indígenas del pueblo indígena Lakota, situado al norte del río Missouri, para solidarizarse con su lucha para proteger su tierra, agua y tradiciones.