En los años 60 y principios de los 70 había en Badajoz más de veinte limpiabotas repartidos por los rincones más transitados de la ciudad, desde San Juan a la plaza Alta. Ahora solo quedan tres dedicados a este oficio y seguramente son los representantes de la última generación de una profesión que ha ido perdiendo clientela y ha quedado relegada a los escenarios costumbristas. Manuel Suárez Silva es uno de estos tres limpiabotas, siempre amable en el céntrico restaurante Galaxia de la capital pacense (los otros dos están en el hotel Río y en la calle Mayor).

Además de sacar brillo al calzado, Manuel vende Lotería, porque solo así el jornal no le alcanzaría para vivir. Apenas realiza dos o tres servicios al día, algunas veces ninguno. En cada operación invierte unos 10 minutos y cobra por ello 5 euros, sin propina (acaba de subir el precio; el año pasado pedía 4,5).

Antes era camarero pero los años pasan factura y tuvo que buscarse otra dedicación. Manuel Suárez es gitano, tiene ahora 59 años y es limpiabotas desde 1980. El cajón donde guarda sus utensilios tiene solera. Hace 12 años se lo regaló un cliente, que lo encargó fabricar expresamente.

Suárez es consciente de que su trabajo no tiene futuro. Sus hijos ni se plantean continuar en esta tarea "porque no les gusta" y él lo comprende, aunque añade que es un oficio tan digno como otro cualquiera. "Esto no da para vivir, antes sí, no mucho pero más que ahora", señala y eso a pesar de la competencia que existía. Muchos de aquellos que entonces se dedicaban a este trabajo dejaron la caja por el mercadillo, donde ganaban más.

Manuel tiene ahora apenas 2 o 3 clientes fijos. Son "señores a los que les gusta tener los zapatos limpios". "Ya la gente se limpia los zapatos en casa, con las cosas más modernas que hay, con esponja" y se han incorporado nuevos materiales en la fabricación del calzado, como los de ante o las zapatillas de deporte, que no admiten el cepillado que los limpiabotas ofrecen.

Manuel no dejará de trabajar mientras "tenga fuerzas" y sabe que cuando él y los otros dos limpiabotas de Badajoz lo dejen, no habrá relevo. Ahora hay limpiaparabrisas.