Temperaturas de siete grados por encima de la norma en la taiga que rodea a Krasnoyarsk, en pleno corazón de Siberia. Pastos que arden o se amarillean en las verdes repúblicas bálticas. Aguas freáticas y lagos que descienden de nivel en Escandinavia. Una ola de calor que se ha prolongado varias semanas está causando estragos en una amplia región del norte de Europa, desde Noruega hasta Rusia pasando por el Reino Unido y provocando numerosos incendios y llamadas de alerta de los gobiernos concernidos.

Los miles de fans que viajaron a Rusia en las últimas semanas para asistir como espectadores a los partidos de la última Copa del Mundo de fútbol se han llevado una sorpresa. Esperaban un verano templado y fresco, y en su lugar se han encontrado con cielos luminosos y un calor similar al de la canícula veraniega española. Los habitantes de Helsinki, ciudad donde se celebró la primera cumbre bilateral entre los presidentes de EEUU, Donald Trump, y Rusia, Vladímir Putin, aseguraban no recordar un verano tan caluroso. Ese día los termómetros de la capital finlandesa marcaban los 31 grados centígrados, algo muy poco habitual en la ciudad.

EL TRÓPICO EN LETONIA / Y la situación no será flor de un día. Como otros tantos organismos de la región, el Centro de Geología, Meteorología y Medio Ambiente de Letonia ha advertido que la ola de calor no remitirá en los próximos días y la capital del país, Riga, seguirá viviendo noches denominadas tropicales, es decir, sin que el termómetro descienda por debajo de los 20 grados, algo inusual en Europa Septentrional incluso durante los meses estivales.

La Organización Meteorológica Mundial ya ha alertado de que los episodios de calor extremo están aumentando como resultado del cambio climático y son compatibles con una tendencia general a largo plazo. En esta ocasión, un anticiclón muy persistente está haciendo estragos térmicos hasta niveles inusitados.

La región de Krasnoyarsk, en la Rusia asiática, a unos 3.000 kilómetros al este de Moscú, ha visto cómo unas 80.000 hectáreas de bosque eran pasto de las llamas debido al fuerte calor reinante. El Centro Hidrométrco de Siberia Oriental ha emitido una alerta de tormentas después de que durante cinco días seguidos el mercurio diurno no bajara de los 30 grados.

El peligro es que estas temperaturas inauditas derritan el permafrost, es decir, el suelo que no se derrite y permanece permanentemente congelado, liberando a la atmósfera gases como el metano, que tiene un efecto invernadero sobre la atmósfera incluso más poderoso que el CO2.

SUECIA, EL MÁS AFECTADO / Pero sin duda el país que más está sufriendo como consecuencia del verano tórrido en la región es Suecia. MSB, la agencia sueca para la Protección Civil había contabilizado a media mañana de ayer un total de 27 incendios activos, algo menos eso sí que en los días anteriores, en los que el fuego había destruido grandes extensiones de bosques.

Se estima que el riesgo es «extremo» en todo el país, en especial en la parte meridional, donde no se esperan lluvias en los próximos días pero sí valores meteorológicos por encima de los 35 grados centígrados. El calor en la zona puede asegurarse que es sofocante.

Las autoridades han decretado la prohibición de encender fuego en los bosques, aunque dicha medida, según han reconocido, no se estaba cumpliendo. «Sean ustedes responsables, si encienden un fuego, serán ustedes perseguidos», han advertido. Pero los ciudadanos no están acostumbrados a lidiar con esta nueva situación.

Esta anomalía ha obligado al país a solicitar la ayuda de los países vecinos a través de los mecanismos correspondientes dependientes tanto de la Unión Europea (UE) como de la OTAN, debido a los escasos recursos con que cuenta en la lucha contra los incendios forestales.