La actitud cerril de la Casa Blanca frente al cambio climático volvió a estar ayer en el centro de todas la miradas de la cumbre de Montreal. Mientras la Administración de George Bush se negó a entrar en cualquier tipo de diálogo, la UE y los anfitriones canadienses les instaron a hacer frente a sus responsabilidades ante el mundo. En el plano más simbólico, los esquimales canadienses anunciaron la interposición de una demanda ante la comisión de derechos humanos de la Organización de Estados Americanos (OEA).

"Nuestro modo de vida depende de nuestro hábitat natural y de los animales y ambos están siendo destruidos por el cambio climático. No queremos ser una nota al pie de página de la mundialización", se lamentó Sheila Watt-Cloutier, presidenta de la Conferencia Circunpolar Inuit (esquimal).

La demanda denuncia que el cambio climático viola el derecho a "disfrutar de su cultura", dado que el calentamiento amenaza su medio de vida, "inseparable" de sus tradiciones, especialmente la caza. Unos 150.000 esquimales viven en el Artico.

La queja se presentó el mismo día en que los representantes de Bush dieron una nueva muestra de intransigencia al anunciar su rechazo a la propuesta de mínimos para el periodo posterior al 2012, el pos-Kioto, que ahora mismo está encima de la mesa de la cumbre.

En su primera intervención pública, la jefa de la delegación de EEUU, Paula Dobrianky, se limitó a decir que su país no participará en las negociaciones porque "no traerán progresos" y advirtió de que las mismas soluciones "no sirven para todos".

Paul Martin, presidente de Canadá, había instado minutos antes a Bush a no seguir aislado. "A todos los países que aún tienen reticencias, incluyendo a EEUU, les quiero decir lo siguiente: hay una conciencia mundial y es el momento de escucharla. Hay que mantenerse dentro de la comunidad internacional para pasar a la acción", pidió el máximo líder del país norteamericano y anfitrión de la cumbre. El presidente francés, Jacques Chirac, envió también una declaración grabada en la que pide a los países a ser "más ambiciosos" que en Kioto.

Especialmente duro fue Stavros Dimas, comisario europeo de Medio Ambiente, que instó al presidente estadounidense a "cumplir sus promesas". Se refería en concreto a la declaración sobre cambio climático del G8 del verano en Escocia.