Vamos a terminar sustituyendo el término patera por el de barco de papel", augura Mikel Aragua, secretario general de Andalucía Acoge. Más de 250 inmigrantes han sido rescatados desde el pasado fin de semana cuando intentaban llegar de forma clandestina a las costas de Cádiz. Pero, a diferencia de otros repuntes migratorios, habituales en verano, la vida se la juegan ahora en pequeñas balsas de juguete, sobrecargadas de pasajeros, que a duras penas resisten las olas del estrecho de Gibraltar, de nuevo la ruta más utilizada.

La costa gaditana ha recuperado protagonismo en detrimento de Almería, Granada, Murcia o Canarias. Los datos de Cruz Roja son claros: 928 inmigrantes atendidos en Tarifa en lo que va de año, frente a los en torno a 450 recogidos en periodos similares en años anteriores. La situación se ha desbordado, dado que el Centro de Internamiento de Extranjeros de Algeciras (CIE) se encuentra cerrado por desperfectos en la infraestructura y solo permanece abierto el de Tarifa. Por este motivo, la Delegación del Gobierno ha anunciado que trasladará a unos 75 inmigrantes a Madrid y Murcia en breve.

El repunte de embarcaciones se produce pese al férreo blindaje que establece el Servicio Integral de Vigilancia de la Guardia Civil por toda la costa andaluza. Un detalle que no escapa ni a las mafias ni a los propios inmigrantes, que piensan que en balsas hinchables será más fácil sortear los controles que con las lanchas neumáticas. De ahí el auge en los últimos dos años de este tipo de embarcaciones, que se aventuran en el estrecho desafiando incluso temporales de levante que amarran pesqueros a puerto, como se vio el pasado fin de semana.

POR MOVIL Desde Cruz Roja y Andalucía Acoge señalan que esta nueva tendencia provoca además que aparezcan barcas sin patrón, "de personas que consiguen las balsas por su cuenta para no tener que pagar los elevados pasajes a las mafias". Pero frente a los dos o tres ocupantes que se arriesgaban hace dos o tres años con estas embarcaciones, ahora algunas llegan a transportar hasta 10 personas, que acaban llamando por móvil a los servicios de salvamento para que salgan en su auxilio.

Las asociaciones de defensa de los derechos humanos denuncian el fallo de las políticas de control migratorio y critican el aumento de la presión policial en Marruecos, uno de los motivos, dicen, que empujan a los inmigrantes subsaharianos a lanzarse al agua tras intentos fallidos de entrar en Melilla o Ceuta.