TJtavier Ortiz recordaba en este periódico, tiempo atrás, el consejo de un antiguo subdirector: "Uno nunca debe escribir sobre sí mismo". Sabio consejo para quien, como Ortiz, es periodista, pero cuando se busca transgredir la frontera del periodismo para hacer literatura a uno le asiste el legítimo derecho a convertir su yo en material literario. Alguno dirá que eso es ombliguismo (egocentrismo), pero es que, metro en mano, no media mucha distancia entre el ombligo y los dos motores que empujan al escritor a encarar el folio en blanco: el corazón y la mente. Frente al buen periodista que ofrece la noticia con objetividad está el escritor que hace de lo más subjetivo (su yo) la noticia. García Márquez forjó un excelente periodismo novelado en Noticia de un secuestro o en Relato de un naufragio . Nada que objetar, pues, a ciertas bodas entre periodismo y literatura. La poesía española que más me interesa, sin menospreciar a nuestros clásicos, arranca cuando Gil de Biedma se atreve a escribir sobre/contra Gil de Biedma. "Si no fueses tan puta", se dice a sí mismo desde la sinceridad de un verso. Flaubert , que aparentemente tenía poco que ver con la heroína de su novela, nos envió un recado: "Emma Bobary soy yo". Céline , ombliguista redomado, se retrató con su obra maestra Viaje al fin de la noche , como también lo harían a su manera Hamsun, Bashevis Singer, Dostoievski, Henry Miller, Bukowski , etcétera. La mejor literatura del XIX y XX nace muchas veces de la necesidad de mostrar al mundo el dichoso ombligo, que es, dicen, el órgano menos atractivo del ser humano. Por algo será. textamentosgmail.com