El mensaje oficial de Antonio Guterres para cerrar la Cumbre de Acción Climática que organizó el lunes en Naciones Unidas es que la respuesta ante la crisis había recibido durante la cita «una inyección de impulso, cooperación y ambición», importante pero no suficiente. «Queda mucho camino por recorrer», reconoció. Y esa valoración es incluso más optimista que la de numerosos expertos, que no tildan de fracaso la reunión pero sí como claramente decepcionante para los objetivos que el secretario general se había marcado y que demandan la ciencia y los activistas, incluyendo millones de jóvenes como Greta Thunberg.

No es que no hubiera buenas noticias y compromisos concretos como los que había demandado Guterres. Según el resumen oficial de la ONU, 77 países anunciaron esfuerzos para lograr la neutralidad del carbono para 2050, meta imprescindible si se quiere contener el calentamiento global para finales de siglo a 1.5 grados, y 70 aseguraron que o intentarán mejorar sus planes de acción para el año que viene o han empezado el proceso de hacerlo. Y 12 países, incluyendo España, anunciaron aportaciones al Fondo Verde para ayudar a los países en vías de desarrollo.

INVERSIÓN PRIVADA / La ONU se felicitó también por el «nivel sin precedentes» de acción del sector privado, destacando que 130 bancos (un tercio del sector global) se han comprometido a alinear su negocio con los objetivos del Acuerdo de París, o que gestores de fondos que manejan más de 2 billones de dólares en inversiones han prometido tener portafolios libres de emisiones para 2050. Asimismo, 87 grandes empresas se comprometieron a reducir emisiones y alinear sus negocios con el acuerdo alcanzado en 2015 en la capital francesa. Entre ellas está Iberdrola, cuyo director general, Ignacio Sánchez Galán, fue invitado por Guterres a intervenir en la cumbre. También más de 100 ciudades anunciaron lo que la ONU califica de «nuevos pasos significativos y concretos».

La letra pequeña y hasta la gruesa apuntan a menos entusiasmo. China e India, países que ocupan el primer y tercer puesto en la lista de los más contaminantes, prometieron poco. Estados Unidos, el segundo, y dirigido ahora por un Donald Trump que si es reelegido pretende culminar el abandono del Acuerdo de París en noviembre del 2020 y que «troleó» a Thunberg en Twitter, nada. Una potencia petrolera y gasística como Rusia, aunque anunció que ratificarán el pacto parisino, guardó silencio.

Las decenas de naciones que dieron una alegría a Guterres son responsables de menos del 40% de emisiones, y eso explica la sensación de decepción. «No hemos visto el tipo de liderazgo que necesitamos de las principales economías», sentenciaba Helen Mountford desde el World Resources Institute. Y el presidente de la organización, Andrew Steer, decía que esas potencias se habían quedado «penosamente cortas».

«Mayormente decepcionante» es como definía el resultado de la cumbre la directora ejecutiva de Oxfam Internacional, Winnie Byanyima. «No podemos seguir postergando estas decisiones. Se nos acaba el tiempo», recordaba en un comunicado. Y sin embargo, tras la cumbre, hay una sensación de que las acciones más contundentes siguen sin llegar.