Si no tienes nada que comer y estás infectado con el VIH, entonces sufres dos enfermedades: sida y hambre". Joseph Jeune es un haitiano de 28 años que ha viajado a Toronto (Canadá) para explicar, ante los expertos que participan en la XVI Conferencia Internacional sobre el Sida, cómo las terapias con antirretrovirales sirven de muy poco sin una buena alimentación.

Jeune era un esqueleto andante antes de recibir la ayuda del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que opera en 21 de los 25 países más afectados por el sida y que incluye la distribución de arroz, frijoles y a veces, muy pocas, carne. Su familia ya tenía preparado el ataúd. "No estaría vivo de no ser por la comida. Es el estómago el que mantiene el cuerpo en pie. Y si lo tienes vacío, ¿cómo vas a levantarte ", se pregunta este joven limpiabotas del país más pobre de América, que ha engordado 20 kilos en los últimos meses.

EL DIA BUSCANDO COMIDA A su lado, Paul Farmer, un profesor de Medicina de la Universidad de Harvard que trabaja en Haití desde que se detectó la epidemia hace 25 años, explica que los medicamentos en la lucha contra el sida en Africa, Asia y América Latina deben ir acompañados de alimentos. Y que en esta guerra contra la pandemia se ha olvidado el papel esencial de la nutrición, por mucho que aumente el número de enfermos (más de 1,6 millones actualmente en el mundo) que reciben tratamiento efectivo. "Nuestro estudio en las zonas rurales de Haití refleja cómo la mayoría de los pacientes con VIH pasan más de la mitad de su tiempo buscando comida", explica Farmer, subrayando que el estómago debe estar lleno antes de ingerir las pastillas.

Onusida, por su parte, se encarga de recordar los alarmantes datos: 6,4 millones de personas infectadas necesitan alimentos de aquí al 2008. ¿El coste 920 millones en total, pero sólo 55 céntimos de euro al día cuando se trata de alimentar a un enfermo de sida y a su familia. De no hacerlo, el hambre facilita la transmisión del virus y pone en riesgo a mujeres y adolescentes en sus relaciones sexuales.

"No podemos ganar la batalla contra el sida sólo con píldoras", apunta Robin Jackson, del Progama Mundial de Alimentos, en su llamada desesperada a las naciones ricas que han invertido millones de dólares en los laboratorios "sin pensar jamás en los programas de alimentación".

EL RIESGO SE MULTIPLICA Y de nuevo las cifras: un enfermo que recibe terapia con fármacos retrovirales pero no se alimenta tiene seis veces más posibilidades de morir que otro bien nutrido. Así se desprende del informe del Instituto Internacional de Investigación para la Política Alimentaria (IFPRI). "Los adultos necesitan un 30% más de calorías que alguien sano. Los niños, entre un 50% y un 100% más".

Otro problema son los efectos secundarios de la terapia, tan fuertes que quienes no llenan el estómago terminan por abandonar el tratamiento. Entre los casos más positivos, Malaui, donde Acción Contra el Hambre ha comprobado la mejora de los niños desnutridos (un 17% de ellos seropositivos) tras poner en marcha sus programas.