Después de cuatro días de anuncios y desmentidos, las 192 delegaciones presentes en la conferencia del clima de Copenhague disponen por fin de un borrador oficial para comenzar a trabajar, aunque se trata esencialmente de un catálogo de buenas intenciones y cifras entre corchetes, lo que equivale a decir que no hay acuerdo. El objetivo general, basado en las recomendaciones científicas, es que los países en su totalidad --ricos y pobres-- reduzcan las emisiones de dióxido de carbono en un 50% en el 2050 con respecto a los niveles de 1990. Siempre entre corchetes, por supuesto.

El borrador, distribuido por la Convención de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (UNFCC), propone que los países industrializados reduzcan sus emisiones entre un 25% y un 45% en el 2020, siempre con respecto a 1990. Según la UE, las propuestas presentadas hasta ahora se limitan a un 18% en el mejor de los casos. A largo plazo, en el 2050, el documento propone que se reduzcan de entre el 75% y el 95%. La media mundial sería el citado 50%.

La comunidad internacional, dice el borrador, debe evitar que la temperatura del planeta suba 1,5 o 2 grados con respecto a los niveles preindustriales. Esto no es ninguna novedad puesto que varios informes anteriores ya habían establecido el límite de dos grados como máximo asumible. Lograr 1,5, que es lo que exigen los pequeños países insulares, es prácticamente imposible teniendo en cuenta la inercia actual de la atmósfera.

Un aspecto novedoso del borrador es que abre una vía para que EEUU pueda aceptar una reducción de gases sin tener que crear un nuevo protocolo de Kioto. En cuanto a los porcentajes, todos los países que ya lo han ratificado tendrían unos objetivos concretos (aún no cuantificados), mientras que EEUU se comprometería en un texto al margen. Este detalle técnico no es baladí puesto que la gran potencia mundial aún no ha ratificado el tratado de 1997.

En cuanto a los países en desarrollo, el borrador les pide que limiten el ritmo de crecimiento de sus emisiones entre un 15% y un 30% con respecto a la tendencia actual (siempre entre corchetes). El cómputo de las emisiones deberá ser auditado por las Naciones Unidas, un aspecto que incomoda especialmente a China. En cuanto a financiación para los países pobres, no aporta ninguna cifra concreta.

CRITICAS DE EEUU La delegación de EEUU insistió en que es un texto inaceptable "porque no implica suficientemente a los países en desarrollo". "En muchos aspectos es constructivo, pero si hablamos de contener el calentamiento global por debajo de dos grados, no se puede lograr sin una implicación de los países en desarrollo", dijo Todd Stern, enviado especial de EEUU en la cumbre.