El párroco de Borja (Zaragoza), Florencio Garcés, de 70 años, quedó ayer en libertad con cargos tras prestar declaración en un juzgado de Tarazona como presunto autor de cinco delitos, entre ellos los de apropiación indebida de 210.000 euros de la parroquia y abusos sexuales, por los que fue detenido el pasado viernes. La noticia sacudió a la pequeña población donde está el Ecce Homo que dio la vuelta al mundo tras una chapucera restauración por una feligresa.

En un primer momento, circuló por Borja que el dinero del que se había apropiado presuntamente el párroco procedía de las entradas por ver la pintura, un extremo negado por el alcalde de la población, Francisco Miguel Arilla, que insistía en que la recreación está en el santuario de la Misericordia, ajeno a la parroquia.

El sacerdote, durante una declaración de cuatro horas en el juzgado por la bautizada por la Guardia Civil como Operación Espino (que remite al título de una célebre serie televisiva de los años 80, El pájaro espino , protagonizada por un sacerdote), vinculó a una familia gitana de Borja con el caso. Cinco personas de dicha familia, que prestaron declaración ayer, están acusadas de extorsión, pertenencia a grupo criminal y blanqueo de capitales. Florencio Garcés manifestó ante la jueza, Nieves Pérez, que había sido víctima de un engaño por parte de la familia y que lo había denunciado en mayo pasado.

Al parecer, los detenidos, conocidos en Borja como la familia de Zapato Veloz, sometieron al cura a un chantaje de carácter sexual con el fin de conseguir dinero. Esa es, al menos, la versión que circula con fuerza entre los habitantes de la localidad, que sienten un gran aprecio por su párroco y lo consideran incapaz de delinquir. Tanto es así que el pasado sábado varios cientos de personas se manifestaron en la población para defender su inocencia. Los miembros de Zapato Veloz, que arrastran un historial de pequeña delincuencia, niegan por su parte que hayan intentado chantajear al sacerdote. Sin embargo, la Guardia Civil les imputa los delitos de extorsión, pertenencia a grupo criminal y blanqueo de capitales.

"De momento, no se va a detener a nadie más. Es un caso delicado, pero se está llevando con la máxima discreción", señaló ayer una portavoz de la Guardia Civil. Asimismo, indicó que se está estudiando el material informático incautado a Garcés, así como las llamadas de su móvil, que le fue incautado tras su detención el pasado viernes en su domicilio, en el centro de Borja.

Garcés, de momento, no está suspendido de su tarea pastoral. "La imputación no tiene efectos canónicos, ese es un aspecto que compete al obispado", señaló ayer su abogado, Enrique Trebolle.