El Teide, que con 2,6 millones de visitas es el parque nacional más frecuentado de España, cuenta en su interior con seis restaurantes, un parador de turismo y un teleférico que es de propiedad privada al 51%. Las visitas, no obstante, tienen un impacto "relativamente reducido" sobre el entorno porque la gran mayoría se desarrollan con un estricto orden, explica César González, representante de la asociación ecologista Magec en el patronato del parque. Salvo contados parajes, un particular puede recorrer cualquier rincón y también hay algunas empresas con concesiones para realizar rutas a pie y sesiones astronómicas, "pero la inmensa mayoría de los turistas --prosigue González-- vienen con turoperadores que están bien organizados para evitar las colas y no se salen de las zonas señalizadas". Las únicas rutas en todoterreno las organiza el propio parque para colegios.

No a una película

La asociación Magec batalla para evitar que Ridley Scott y la productora Fox empleen el Teide como escenario para el próximo rodaje de la superproducción Exodus, sobre la vida de Moisés. "Habían previsto incluso construir un poblado con camellos, ovejas y perros, pese a que en el Teide no se puede dejar ni una silla". Finalmente, parece ser que los escenarios canarios de la película se limitarán a Fuerteventura.

Pero eso no significa que el Teide esté libre de problemas. González pone como ejemplo que, "pese a que el plan protector del parque lo prohíbe", el cabildo de Tenerife ha organizado en los últimos tres años una carrera de fondo que sube al Teide, la Blue Train, y que congrega a unos 800 corredores simultáneos. "Pasan por sitios de máxima protección", lamenta el miembro de Magec, quien avisa de que en la Caldera de Taburiente, en la isla de La Palma, "se plantean carreras de bicicleta de montaña".

En cualquier caso, el impacto siempre será menor que el causado por la Vuelta Ciclista y su gran caravana en la tradicional etapa de los Lagos de Covadonga, en el parque de Picos de Europa. Los ecologistas llegaron a frenar la celebración de la etapa a finales de los años 80 del pasado siglo, pero ello no ha evitado que la ascensión se convierta en un clásico.