Olivenza volvió a vivir una jornada taurina de lujo y ambiente de gala. La plaza se llenó de un público ansioso por contemplar las andanzas de un cartel de toreros y toros artistas, y la climatología quiso poner de su parte. Sol, temperatura fresquita a la sombra pero agradable en general y todo a punto para disfrutar.

A priori, la noticia de la tarde era la vuelta a los ruedos de Morante de la Puebla. Y al final, como conclusión de lo que pasó en el ruedo, sigue siendo lo más positivo. Serio y responsabilizado, el torero sevillano se fue soltando a medida que pasaba la tarde. Se le vió centrado, cómodo, dispuesto y con ganas de volver a disfrutar ante el toro. Había expectación por verle y se le acogió con cariño. Saludó una cálida ovación al romper paseillo y quiso corresponder al público desde que se abrió de capa en el toro del reencuentro, con buenas verónicas y una media de ensueño. Con la muleta, destacaron los naturales a pies juntos en una faena de menos a más. El quinto le dio pocas opciones. No tuvo fuerza el de Juan Pedro y Morante se quiso poner bonito y torearlo despacio pero aquello no llegaba a los tendidos.

La corrida de Juan Pedro no terminó de romper. Tuvo nobleza y fácil manejo, pero le faltó fuerza en líneas generales. Toros escogidos de distintos pelajes, bonitos de hechuras, excepto el primero, alto y corpulento, a los que les faltó el final en las faenas de muleta y especialmente transmitir emoción.

El mejor toro del encierro fue el tercero, un sobrero de Zalduendo, que sustituyó al inválido titular, con el que Manzanares hijo estuvo sólo a medias. Bravo de verdad, con fijeza, transmisión y buen tranco, era toro de lucirlo y lucirse más. Pedía distancias, adelantar la muleta en los cites y embarcarlo. Sobresalieron dos tandas de naturales de mano baja, pero faltó siempre más templanza. Era toro de triunfo grande y el menor de los Manzanares se conformó con arrancarle una oreja. Con el sexto, un toro que tuvo calidad, el joven Manzanares realizó un trasteo largo sin calado por la falta de fuerza del animal.

Y abrió terna el veterano Manzanares con aquel toro grande, aunque agradable. Se confió con él y dejó destellos de torería. Tuvo nobleza y buen son el de Juan Pedro y el alicantino dibujó un ramillete de naturales que tuvieron poso y sabor añejo. Con el cuarto no llegó a acloparse. Tampoco se le podía bajar la mano en exceso y la faena tuvo que ser siempre a media altura.

Fue tarde de expectación y, aunque no de decepción, tampoco de relumbrón. Se esperaba más, aunque todavía queda la oportunidad de esta tarde con un cartel de máximo atractivo. Los toros serán de la ganadería cacereña de Zalduendo y ante ellos estarán Enrique Ponce, El Juli y el extremeño Miguel Angel Perera, que llega de triunfar ayer en Nimes y el viernes en Castellón, donde ha dejado un gran ambiente.