Fuentes de la catedral afirmaron ayer que algunos inmigrantes encerrados rompieron bancos y lámparas e incluso orinaron en el altar. El mismo portavoz no quiso evaluar los daños, aunque insistió en que no le pasarían "la factura a nadie". No obstante, remarcó que otro encierro parecido en el futuro "podría acabar en desastre".

Por contra, los portavoces de la Asamblea por la Regularización sin Condiciones aseguraron que no había habido conductas incívicas, y que los posibles daños se produjeron durante el forcejeo policial. Añadieron que los encerrados llevaban incluso bolsas para guardar las botellas de agua vacías.

Al comenzar el encierro, "alguien" cortó el agua y cerró el lavabo, explicaron fuentes de la asamblea. Posteriormente, el canónigo dio la orden de restablecer ambos servicios.