Al Kodak Theatre de Los Angeles han llegado 70.000 flores. Los 150 metros de alfombra roja están, pese a las lluvias de los últimos días, en perfectas condiciones, listos para volver a acoger en Hollywood Boulevard el desfile de glamour que el año pasado quedó apagado por la oscuridad de una guerra.

Los cerca de 600 fans que entonces no pudieron asistir a su cita con 3.000 estrellas ocuparán sus privilegiados asientos y 1.000 millones de personas más en todo el mundo seguirán en la próxima madrugada por televisión (Canal+, 02.30 horas) un espectáculo incierto, en el que pese a la amenazante censura se esperan menos pitidos que carcajadas. Como maná, Billy Crystal vuelve tras tres años de ausencia. Ha llegado la 76 edición de los Oscar. Y aunque las quinielas se han abierto en varias categorías, hay una apuesta segura: es el año del anillo.

TRIUNFO DE LA FANTASIA El monumental empeño de Peter Jackson, un hombre que en 15 meses y con 300 millones de dólares rodó una trilogía que ha ido creciendo a lo largo de tres años de éxito de crítica y público hasta culminar en la segunda taquilla más rica de la historia, puede hacer entrar hoy por la puerta grande de los Oscar El señor de los anillos: el retorno del rey .

El título a mejor película coronaría un género para el que ni El mago de Oz , ni La guerra de las galaxias ni E.T. El extraterrestre consiguieron la bendición: la fantasía. Que no lo lograra sería una decepción tras las 11 nominaciones que ha cosechado, sólo seguidas de cerca por las 10 de Master and commander y más de lejos por las inesperadas siete de Seabiscuit . Pero sería una sorpresa. Y este año las sorpresas, a las que tan proclives son los 5.800 académicos, parecen destinadas a otras categorías.

Clint Eastwood y Sofia Coppola podrían sorprender a más de uno si su nombre suena tras el anuncio del Oscar a mejor director. Y para apostar por el mejor actor hay que apoyarse más en corazonadas que en análisis de tendencias que la Academia ha desmontado ya en las nominaciones dando inusual cabida a la comedia: se pronuncie el nombre de Sean Penn, el de Bill Murray o el de Johnny Depp habrá quien diga "ya lo había dicho".

En un año en el que conviven películas épicas con duras interpretaciones; en el que hay menos fiestas organizadas antes y después de la ceremonia; marcado por una campaña reducida, extraña y, según algunos, aburridamente pacífica; y en la que en los últimos días se ha discutido apasionadamente más de gore místico y antisemitismo que de nominados, el único miedo es pensar qué considera inapropiado la ABC.

Bajo los efectos del escándalo de Janet Jackson, la cadena ha previsto un bucle para retransmitir por primera vez los Oscar con cinco segundos de retraso. Alguien estará dispuesto a cortar no se sabe muy bien qué. En ningún caso, aseguran, serán declaraciones de contenido político, pero todo puede ser.

AMENAZA Pese a la amenaza del dedo censor y pese a que la realidad posterior al 11-S ha vuelto a colocar en el corazón de Hollywood a unidades antiterroristas, francotiradores de la policía y laboratorios móviles para detectar elementos químicos y biológicos, la Academia no está dispuesta a que nada ni nadie agüe su día.

En las tres horas y media previstas de ceremonia pasarán por el escenario 45 presentadores, incluyendo a algunos de la vieja escuela como Tom Hanks y Steven Spielberg, y otros de la nueva y de la novísima que, ante la ausencia de nominaciones, por lo menos podrán tener su momento Oscar: Tom Cruise y Nicole Kidman entre ellos. Tras dos años grises, Hollywood tiene ganas de fiesta. No hay ninguna mejor que los Oscar.