"La promesa de riquezas amenaza la idílica vida campestre con el proyecto de unas nuevas Las Vegas en la España rural" tituló a toda página el diario británico The Guardian el jueves pasado, un día después de que la sociedad International Leisure Development (ILD) presentara en Ontiñena (Huesca), entre "¡ooooooohs!" de admiración, los detalles de lo que pretende ser el equivalente europeo de la ciudad del juego de EEUU.

Los promotores del complejo lúdico Gran Scala se comprometían a construir en su término municipal, antes del año 2022, la mayor playa artificial del mundo, con olas de gran tamaño que harán posible la práctica del surf. La propuesta formará parte de uno de los 18 parques temáticos previstos en el complejo, que supondrá una inversión de 17.000 millones de euros.

Paul Stéphan Allegrini, administrador del consorcio que promueve la iniciativa, ILD, señaló el jueves que para hacer viable el complejo será necesario que las administraciones pongan a disposición de Gran Scala tres requisitos: las correspondientes tomas de agua y electricidad; una salida directa desde la autopista AP-2, que pasa a 3,5 kilómetros de los terrenos escogidos, y una estación del AVE en los Monegros que facilite el traslado de clientes mediante lanzaderas desde Madrid o Barcelona. Es, todo hay que decirlo, un proyecto que, por las galácticas magnitudes con las que se presenta, despierta a la par enormes recelos. Es un misterio en los Monegros.

Fe intermitente

¿Por qué creer que la operación Gran Scala (nombre comercial de la cosa) no es un bluf? Primero, porque el Gobierno de Aragón, aunque como si del Guadiana se tratara cree y pierde la fe en el plan de forma intermitente, ha estado detrás de los promotores en no pocas ocasiones. En la presentación que, en diciembre del 2007, se hizo de Gran Scala en Zaragoza se gastó 176.000 euros. No es poco. El miércoles, en Ontiñena, no había nadie del Ejecutivo aragonés. Estaban muchos y variados cargos del PP, pues el municipio está gobernado por los populares, pero de ello no se debe deducir que el Gobierno regional se haya distanciado. Por ejemplo, el consejero de Industria, Arturo Aliaga, reconoció el jueves que trabaja con ahínco para planificar las infraestructuras (agua, carreteras, luz...) que Las Vegas de los Monegros requeriría para ser realidad. Los servicios jurídicos de la comunidad, por su parte, preparan la reforma de la ley autonómica que regula la apertura de casinos.

Dos fases de obras

¿Por qué desconfiar (es la otra cara de la moneda) de Gran Scala? Porque en mitad de una crisis económica mundial, en la que los bancos miran con microscopio cualquier operación de crédito, ILD promete crear en dos fases de trabajos, 2012 y 2020, el primer destino turístico de Europa y el tercero del mundo, solo superado por Las Vegas y Orlando. Eso dicen. De no ser todo un espejismo, aseguran que la nueva Ontiñena (casinos, hoteles, parques temáticos...) recibirá 15 millones de visitas anuales.

El miércoles, la noche de la presentación, los mensajes tentadores que lanzaban los representantes de ILD producían admiración o pasmo. Que cada cual eliga. "La mayor playa artificial del mundo..." "una piscina de olas gigantescas..." "el mayor espacio para el surf de Europa..." Las imágenes virtuales se sucedían en cadena y el auditorio parecía en estado de choque. "Gran Scala será Las Vegas y Orlando 12 meses al año, e Ibiza, siete noches a la semana".

¿Así será? Bien, se trata de Aragón, la comunidad que hace un año celebraba una Expo del Agua y que con millones de dinero público ha convertido sus comarcas de montaña en la máquina turística de invierno más potente de España. Ya se verá.