Desde este noviembre, una vidriera compuesta con el escudo de Navarra corona la fachada principal del edificio de la Diputación. La pieza sustituye a la que se labró en piedra con la laureada de San Fernando abrazando las cadenas, otorgada por Francisco Franco tras la victoria en agradecimiento a un apoyo fundamental, el de los carlistas navarros. El pesado símbolo ha permanecido casi ocho décadas, la mitad con gobiernos del PSOE y UPN-PP. El cambio político con Uxue Barkos al frente de un ejecutivo de coalición ha permitido afrontar una normalidad congelada demasiado tiempo.

La laureada, conocida en la calle como la berza, ha caído de las casas, aunque su hoja perenne aún presida los salones de los herederos de aquellos requetés enemigos de la República y que luego cerraron las ventanas que daban al balcón de la Diputación desde donde Franco, ya Caudillo, le saludaba, porque no cumplió sus promesas. Alguno de esos descendientes luce el escudo laureado en la funda del móvil, en la hebilla del reloj y muy adentro, bajo el vientre.