TEtl mismo día que el presidente extremeño iniciaba su viaje a Portugal, el más importante de los lusófilos extremeños, Angel Campos Pámpano , se nos marchaba. En estos días muchos de sus amigos, magistrales escritores, han glosado con maestría su trayectoria como poeta, como editor o como divulgador de la cultura. Su gran pasión por Portugal, que no había surgido tanto de su condición de rayano como de su deseo de leer a Pessoa con sus palabras originales, le llevó a ser un pionero en algo que ha acabado por ser noticia esta semana. En un instituto pacense comenzó a compaginar sus clases de literatura con la enseñanza del portugués. Algo tan inaudito como inexplicable, puesto que desde las ventanas de cualquier aula se podía ver el país vecino pero era casi imposible aprender la lengua de Cam3es en la enseñanza reglada, con la excepción de un instituto en Valencia de Alcántara y otro de Montijo. Desde entonces se fue avanzando lentamente y cuando Angel se fue a Lisboa ya había conseguido que varios grupos de chicas y chicos pudieran aprender portugués. Se nos va Angel y se anuncia que en Extremadura nos vamos a volcar por aprovechar nuestra privilegiada posición junto a la frontera para abrirnos a un mundo de posibilidades en lo económico, en lo social y en lo cultural. Dentro de unos años, si todo sale como se promete, las nuevas generaciones de extremeños hablarán a sus clientes lusos en su idioma, trabajarán con ellos en proyectos conjuntos y podrán disfrutar de los versos de Sophia de Mello o de Eugénio de Andrade en sus palabras originales, aquellas palabras que Angel nos tradujo.