TDtice Antonio Sáez Delgado que las palabras no existen. "Escribo raya y no dibujo una raya. La letra f no es el principio de ninguna frontera. Por eso, a veces me gusta desprestigiar las palabras, para que sepan que no siempre son ellas las que pueden manejarnos. Pienso en el significado de la palabra frontera para mí, y pienso en el significado de la palabra frontera para los inmigrantes, los exiliados, los huidos. ¿Puede significar algo esa palabra para el que no tiene patria, para el que no tiene casa? Las palabras, a veces, muerden la mano que les da de comer. Por eso no es bueno que se crean tan importantes."

Y tiene razón, a veces, las palabras no sólo se creen importantes, sino que actúan y modifican la vida. Ya lo decían los semióticos, cuando el juez o el sacerdote pronuncian el famoso "os declaro marido y mujer", las palabras están transformando a los contrayentes. Deshacer el efecto que produce esa simple frase, puede ser un proceso largo y doloroso. Está claro, algunas palabras hacen . Cuando alguien dice prometo , está involucrando su vida en una acción que le determinará desde ese mismo instante.

Incluso, como diría Sáez Delgado , hay palabras malditas , palabras de las que huir porque contaminan los textos con su pedantería, su afectación o su vacío.

¡Qué bueno si pudiéramos desprestigiar las palabras! Si pudiéramos enseñarles que no deben manejarnos. Huir de aquellas en las que se esconden la xenofobia, el totalitarismo, los prejuicios, la homofobia, el terror, y la mentira, y de todas aquellas que se creen importantes.