Estados Unidos se ha convertido en el centro de la pandemia del coronavirus. Aunque el país concentra más de un tercio de las muertes mundiales diarias por covid-19 y acumula ya más de 49.150 víctimas, Donald Trump pretende levantar las medidas de confinamiento a partir del 1 de mayo. Para determinar esa desescalada y evitar la propagación de los contagios, la Casa Blanca ha recurrido a Palantir, una controvertida tecnología de espionaje que levanta muchas sospechas.

Como destapó ‘The Daily Beast’ el pasado martes, el gobierno estadounidense ha tendido la mano a la compañía de Silicon Valley para crear una plataforma de análisis y de rastreo que le permitirá tener acceso a datos agregados (no individualizados) del gobierno federal, de los estatales y locales, de centros sanitarios y colegios. El departamento de Sanidad ha dicho que servirá para “mitigar y evitar la difusión” del virus, pero las dudas están ahí.

DEL TERRORISMO AL ESPIONAJE GLOBAL

El aliado tecnológico de Trump siempre ha estado rodeado de controversia. Fundada el año 2004, esta opaca plataforma privada de software se ha dedicado a diseñar sofisticadas herramientas tecnológicas que permiten procesar y analizar cientos de millones de datos para hacerlos comprensibles. Con correos, historiales de búsqueda o geolocalización, la minería de datos ha permitido a Washington tenerlo todo bajo control.

Esos sistemas han sido utilizados por la CIA, el FBI, la inteligencia militar o la Marina estadounidense en el marco de la guerra contra el terrorismo, pero, con un mecanismo tan poderoso en sus manos, la Casa Blanca no tardó en darle otros usos. Durante años, Palantir ayudó a la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) a espiar a millones de ciudadanos y líderes políticos de todo el mundo, algo que Edward Snowden destaparía en 2013 y que se convertiría en uno de los mayores escándalos diplomáticos de la historia.

Palantir busca personas recopilando todo tipo de datos (públicos, comprados y también confidenciales) y se queda con ellos. Consciente de su capacidad, Trump ha recurrido a este sistema para agilizar las redadas contra inmigrantes sin documentos. Ir a un centro de ayuda, al hospital o alquilar un coche. Todo lo que haces deja un rastro que puede ser una condena.

No sin razón, la compañía debe su nombre a las Palantiri, oscuras piedras videntes creadas por la mitología de J. R. R. Tolkien que permiten ver cosas distantes e incluso hipotéticos futuros. En la triología de El Señor de los Anillos, el mago Saruman utiliza este poderoso objeto para comunicarse con Sauron, el señor oscuro que pretende subyugar la Tierra Media.

ULTRALIBERTARIO AMIGO DE TRUMP

En esta historia, quien posee el anillo único que lo controla todo es Peter Thiel. Descrito como el hombre más temido de Silicon Valley, el fundador de Palantir también es conocido por haber diseñado, junto a otros tecnócratas de Standford como el magnate Elon Musk, el método de pago PayPal y por ser el primer inversor externo de Facebook.

Thiel se describe como un acérrimo libertario, contrario al Estado y que no cree en la democracia. Aunque asegura que la tecnología está en una “carrera mortal” para minimizar la política, no tardó en sacar partido de sus contactos con el poder. Prominente donante republicano, en 2016 tejió una relación simbiótica con Trump y apoyó su campaña con hasta 1,2 millones de dólares. Con la llegada del magnate a la Casa Blanca, los negocios de Thiel con el gobierno se han disparado.

El apoyo político a Trump y su causa van más allá de esos contratos. Según el Wall Street Journal, el rol de Thiel como miembro de la junta directiva de Facebook habría sido clave para evitar cambios en las políticas de la red social y permitir que los políticos puedan seguir publicando anuncios con mentiras, medida que beneficiaría al presidente. Twitter sí prohíbe este tipo de contenidos.

En 2016, los datos privados de hasta 87 millones de usuarios de Facebook fueron utilizados ilegalmente por la consultora política Cambridge Analytica para propulsar mediante “operaciones psicológicas” la campaña presidencial de Trump. Crearon perfiles psicológicos y desarrollaron noticias falsas y publicidad individualizada para influenciar a los ciudadanos estadounidenses. La idea de usurpar esos datos fue de directivos de Palantir, según destapó el escándalo.

Ahora esta empresa tomará las riendas sanitarias en EEUU para la vida después del coronavirus y trabaja para vender sus tecnologías a gobiernos de todo el mundo, desde el Reino Unido a Grecia o varios estados alemanes. Thiel no descansa.