Lo ha vuelto a lograr. Benetton rizó de nuevo el rizo de sus campañas de publicidad transgresora y ayer tuvo que retirar, previa furibunda reacción vaticana, un estrepitoso cartel con un fotomontaje en el que el papa Benedicto XVI y el imán de la mezquita de Al Azhar de El Cairo, Ahmed el Tayeb, se besan en la boca. Retirado queda, sí, pero después de que diera la vuelta al mundo. Objetivo, una vez más, cumplido.

Unhate, que podría traducirse por algo así como no-odio, es el nombre de la nueva campaña de la firma de moda italiana. En ella, no solo el papa y el imán dan ficticia rienda suelta a su supuesto afecto. Ni mucho menos. Entre las no menos extrañas parejas brillan con luz propia el primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, con el presidente palestino, Mahmud Abbás, así como los líderes de Corea del Norte y del Sur. El presidente de EEUU, Barack Obama, es el más promiscuo, ya que hace doblete, con el chino Hu Jintao y con el venezolano Hugo Chávez. Y el cartel con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, y la cancillera alemana, Angela Merkel, hace radicalmente explícito lo que los analistas de la crisis del euro han dado en llamar el directorio Merkozy.

"El sentido de esta campaña es, exclusivamente, combatir la cultura del odio (...). Se trata de imágenes simbólicas para promover una reflexión sobre cómo la política, la fe, las ideas, incluso si son opuestas y diversas, pueden llevar al diálogo y a la mediación", afirma la marca. "Es una utilización inaceptable de la imagen del Santo Padre, manipulada e instrumentalizada en el marco de una campaña publicitaria con fines comerciales", tronó el portavoz del Vaticano.

Benetton nos tiene de hecho acostumbrados a sonadas campañas que exploran territorios difusos entre la reflexión y el rentable ruido mediático. El fotógrafo Oliviero Toscani ya escandalizó, por ejemplo, con su reivindicación de la libertad sexual y su visibilización de los enfermos de sida y de anorexia.