El papa Francisco confirmó ayer cautelarmente la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal y el contacto con menores de edad al cardenal australiano George Pell, condenado por abusos sexuales a menores por un tribunal en Melbourne. «Para garantizar el curso de la justicia, el Papa ha confirmado las medidas cautelares ya dispuestas al cardenal Pell desde que regresó a Australia, o sea, que en espera de que se confirmen definitivamente los hechos, a Pell se le prohíbe de manera cautelar el ejercicio publico del ministerio sacerdotal y como norma, el contacto en cualquier modo y forma con menores de edad», dijo el portavoz del Vaticano, Alessandro Gisotti.

El religioso de más alto rango de la Iglesia australiana violó a un monaguillo de 13 años en la década de 1990 y abusó sexualmente de otro de la misma edad en el prestigioso colegio St. Kevins. El veredicto fue emitido el pasado 11 de diciembre pero no se divulgó por razones legales. La confirmación del juicio se hizo pública ayer, tras la histórica cumbre de cuatro días en el Vaticano para luchar contra la pederastia. El domingo, en ese encuentro vaticano, el Papa prometió «una lucha en todos los niveles». Sin embargo, la ausencia de medidas concretas y de sanciones a los responsables irritó a las víctimas. Para poner de manifiesto su voluntad, el Vaticano anunció que el lunes iba a tener lugar una reunión interministerial dedicada a la protección de menores, el «primer efecto concreto» de la cumbre.

Desde su imputación, el cardenal, que cumplirá 78 años en junio, solo ha sido apartado y «por motivos de edad» en diciembre pasado del Consejo de Cardenales (el llamado C9), el grupo encargado de ayudar al papa en sus reformas.

El caso de Pell se tiene que comparar inevitablemente con el del cardenal y arzobispo emérito de Washington Theodore McCarrick, que recientemente ha sido expulsado del sacerdocio por las graves acusaciones de abusos sexuales y de poder.