El Papa se recupera sin complicaciones infecciosas de la traqueotomía a la que fue sometido el jueves mientras toma lecciones de logopedia para aprender a hablar sin eliminar la cánula que le permite respirar a través del cuello. Este es el meollo del breve parte médico difundido ayer por la sala de prensa del Vaticano sobre la salud de Karol Wojtyla, operado de urgencia la pasada semana tras una grave crisis respiratoria.

El próximo boletín será publicado el jueves, lo que se interpreta como una buena señal sobre la evolución posoperatoria del Papa, aunque nadie se haya atrevido a pronosticar cuándo podrá volver al Vaticano. Fuentes médicas no oficiales, recogidas ayer en el Policlínico Gemelli de Roma, donde está ingresado Juan Pablo II, insinuaron que podría ser dado de alta a principios de la próxima semana. Los especialistas en Parkinson, sin embargo, coinciden en que la recuperación total no se producirá antes de dos o tres semanas.

"El problema principal es que no se produzcan infecciones", explicó el profesor Marco de Vincentiis, de la Universidad La Sapienza de Roma. El riesgo está precisamente en la cánula que le permite respirar.

El boletín leído por el portavoz Joaquín Navarro dice: "El Santo Padre se alimenta regularmente, pasa algunas horas en el sillón y ha empezado los ejercicios de rehabilitación de respiración y de fonación". Por otra parte, "las condiciones generales y los parámetros biológicos se mantienen en buen estado".

La prensa italiana, mientras tanto, se extiende en explicaciones sobre los interrogantes que plantea el futuro inmediato del Papa, entrevistando a toda suerte de médicos especialistas en los diversos ramos que afectan a Wojtyla. El foniatra Oskar Schindler aseguraba ayer que llegará un momento en que habrá que elegir entre que el Papa hable o que se nutra de una manera natural: si se elige lo primero, el Pontífice deberá alimentarse directamente por el estómago; si se elige lo segundo, tendrá que comunicarse por escrito o por algún sistema electrónico.

Siendo el Parkinson una enfermedad progresiva, también podría afectarle a la capacidad de escritura, pero esa circunstancia no parece preocupar demasiado a los colaboradores del Papa, quienes en repetidas ocasiones han interpelado a los juristas eclesiásticos, según los cuales un Pontífice mudo puede seguir gobernando la Iglesia católica.

SIN PRECIPITACION Por su parte, el presidente del Consejo Pontificio para la Salud (equivalente al ministro de Sanidad del Vaticano), el cardenal Javier Lozano Barragán, afirma que el Papa recibió el alta demasiado pronto la anterior vez que fue ingresado, por lo que reclama que en esta ocasión "no haya prisa". "Espero que antes de que salga del hospital los médicos lo piensen bien. Les aconsejo prudencia", añade el cardenal en una entrevista publicada ayer La Repubblica .

Según han difundido los medios italianos, la última vez, los médicos aconsejaron al Pontífice que permaneciera más días ingresado, pero fue el mismo Juan Pablo II quien decidió que tenía que volver al Vaticano.