La cuaresma se ha convertido en un periodo propicio para hablar del infierno. Las jornadas de ayuno y abstinencia que preceden a la Semana Santa fueron elegidas hace un año por Benedicto XVI para agitar el espantajo del infierno dentro de la batalla que libra para alejar a "los jabalíes" que devastan "la viña del señor", una metáfora acuñada por el Papa alemán para referirse a la crisis que acecha a la vida cristiana en el mundo occidental. "El infierno existe y es eterno", dijo entonces. El jueves, en el encuentro que celebra por estas fechas con los párrocos de Roma en el Vaticano, se ratificó en ello. Y según el italiano La Repubblica esta vez incluso dio a entender que no estaba vacío.

Ratzinger, que al ser elegido como Pontífice se presentó como "un humilde operario de la viña del señor", ha rehabilitado desde entonces algunas prácticas arrinconadas por el Concilio Vaticano II, como las misas tridentinas, la querencia por el latín y la omnipresencia de los confesionarios en los templos. El cree que contribuye a robustecer las cepas y mejorará la cosecha.

DESDRAMATIZAR La idea del infierno también parecía haber caído en desgracia en la Iglesia posconciliar. Incluso alguien poco sospechoso de simpatizar con el legado del Vaticano II como Juan Pablo II se había aplicado en la tarea de sacudir el miedo del cuerpo de los creyentes. En 1999 el Papa polaco explicó de forma didáctica que el infierno "no es un lugar" físico concreto, sino "la situación de quien se aparta de Dios". Era una forma de desdramatizar la situación de los pecadores, cercados por el fuego y el suplicio. Pero la apuesta por la misericordia no ha durado mucho.

El Papa actual cree que hay que combatir la pérdida del sentido del pecado. De hecho, ya advirtió hace un año de que del infierno se hablaba "poco en este tiempo". Y el miércoles alertó a los católicos de que nadie crea que la salvación es algo inmediato y que llegará para todos, de acuerdo con la interpretación del diario italiano, que reproducía una frase textual de Ratzinger: "No todos nos presentaremos por igual al banquete del Paraíso". La Santa Sede no había divulgado ayer la transcripción de sus palabras, que es de esperar que se difunda en breve.

La idea de que el infierno está vacío, alimentada por teólogos como el cardenal Hans Urs von Balthazar, ya fallecido, próximo a Ratzinger, quedaría ahora liquidada si se confirma el sentido de las palabras del Pontífice.