Si en 1982, durante su primera visita a Madrid, Juan Pablo II alertó a los jóvenes que llenaban el estadio Santiago Bernabéu del vacío del sexo, las drogas y el pasotismo, ayer el Papa fue más lejos y pidió abiertamente a la muchachada que se congregó en el aeródromo militar de Cuatro Vientos que ingrese en la milicia eclesiástica siguiendo su ejemplo. Aclamado por más de 600.000 jóvenes, el Papa cerró la primera jornada de su quinta visita a España con esta audaz proposición.

Tras referirse al "papel protagonista" de los laicos en la evangelización, el Pontífice aseguró que ésta "requiere hoy con urgencia sacerdotes y personas consagradas". Y pidió a los reunidos que "no acallen" la llamada de Dios si la sienten en su interior. "Vale la pena dedicarse a la causa de Cristo", terminó diciendo, después de recordar que él lo ha hecho durante 56 años ("eres joven, eres joven", corearon los presentes) y puede dar fe de ello. "Soy un joven de 83 años", apostilló.

DRAMA DE LA CULTURA ACTUAL

En el primero de los dos grandes actos que van a jalonar su visita, el papa Wojtyla habló a su auditorio de "la falta de interioridad", que calificó como "el drama de la cultura actual". Mencionó la paz, "un don de lo Alto que debemos pedir con insistencia", aunque nada dijo de la guerra de Irak, e invitó a los concentrados a mantenerse "lejos de toda forma de nacionalismo exasperado". "Las ideas no se imponen, sino que se proponen", subrayó.

DAR VIDA AL EVANGELIO

Pero el mensaje en el que puso más énfasis se centró en el llamamiento a "dar la vida por el Evangelio" Los jóvenes estallaron con un "Jesucristo, Jesucristo" cuando concluyó este pasaje.

El Papa dejó el estrado cerca de las nueve y media de la noche, en medio de la satisfacción contenida de los obispos y la organización, que vio cómo la audiencia prevista se había doblado. El general jefe de la base aérea de Cuatro Vientos había asegurado antes de acabar la ceremonia que, a las siete de la tarde, cuando Wojtyla llegó al lugar, los seguidores del Papa que se habían adentrado en el recinto militar sumaban entre 600.000 y 700.000. Un Ave María de Niña Pastori redondeó la clausura del acto.

Wojtyla llegó hacia las siete de la tarde al recinto, que rebosaba de jóvenes. La entrada de Juan Pablo II excitó el entusiasmo de los presentes, que desde primeras horas de la mañana habían comenzado a arribar en sucesivas oleadas al encuentro. El acto se vio favorecido por un clima primaveral. Cuando el Papa apareció en el estrado a bordo de una peana móvil, empujada por cuatro jóvenes, el sol todavía le acarició un rato el rostro.

EL RECLUTAMIENTO

Consignas como "Juan Pablo II, te quiere todo el mundo", inundaron el recinto antes de que el cantante argentino Diego Torres entonara Color esperanza para dar la bienvenida al Pontífice. Pancartas, carteles y banderas atestiguaban que las entidades católicas hicieron su labor de forma extraordinaria. La labor de reclutamiento permitió que la organización se apuntase un tanto.

A las diez de la noche, cuando Wojtyla se adentraba en la Nunciatura del Vaticano, en el centro de Madrid, los miles de jóvenes que todavía permanecían en la base jaleaban al Papa cuando la organización reproducía algunos pasajes de su discurso a través de megafonía.