Un Papa africano, latinoamericano, canadiense con fuertes lazos con América Latina o asiático. Peter Turkson, Odilo Pedro Scherer, Marc Ouellet o Luis Antonio Tagle. Son los cuatro papables más fuertes a un mes vista del cónclave que elegirá al sucesor de Benedicto XVI. Las previsiones indican que será un cónclave largo, por el giro copernicano que muchos reclaman a la Iglesia y por la oposición interna que este encontrará. Por primera vez la opción de que el Papa no sea europeo es seria.

Sobre el candidato deberán converger al menos dos tercios de los votos (78), paquete que ahora nadie tiene. "Entre los cardenales hay más corrientes que se forman y deshacen que en la política italiana", ironiza Alberto Melloni, historiador del catolicismo.

La geoestrategia electoral parte de dos cardenales que representan las dos grandes líneas que entrarán en el cónclave. Angelo Sodano, decano del colegio cardenalicio, y Tarcisio Bertone, secretario de Estado del Vaticano. Simplificando, el primero representa el frente más realista y elástico, mientras que el segundo está más vinculado a los tejemanejes del poder curial. Se le considera el cerebro tras del caso Vatileaks . "Bertone no tiene poder para elegir a un Papa, pero sí para impedir que alguien lo sea", explica el experto en asuntos vaticanos Aldo Cazzullo.

Los electores alemanes y estadounidenses (17 votos) --los mayores contribuyentes económicos de la Iglesia-- prestarán atención a Sodano, lo que podría empujar a un candidato partidario de las reformas. Su origen "ya no es importante", repiten ahora muchos cardenales. "Los perfiles no se distinguen por nacionalidades, sino por sus cualidades personales y su capacidad de liderazgo", opina el purpurado Wilfried Fox Napier, surafricano de 71 años, otro candidato con posibilidades.

Bertone, más populista, podría favorecer tanto a un italiano como a un extranjero con tal de que todo siga más o menos igual. Es probable que la línea germano-estadounidense de Sodano consiga los 78 votos, aunque el teólogo Hans Kung, apartado de la enseñanza por Ratzinger, ha declarado que todo será inútil si no se cambia antes "la corte medieval barroca de la curia por una eficiente administración moderna".

LA IMPORTANCIA GEOGRAFICA Modernizar primero la estructura para recuperar el actual desinterés por el catolicismo y relanzar después la Iglesia a por el prestigio perdido; o bien reconquistar primero la popularidad y aplazar las reformas. Eran los dos planteamientos hasta antes de la renuncia de Benedicto XVI, a los que ahora se suma la urgencia de la limpieza comenzada por Ratzinger, que tiene muchos seguidores.

En juego entra la geografía. Un primer criterio sería optar por un italiano, después de los papas polaco y alemán. Los italianos contabilizan 28 votos y presionan para que el Pontífice vuelva a ser de Italia, exactamente lo contrario que la mayoría de los demás electores. El favorito más ratzingeriano es el arzobispo de Milán, Angelo Scola, que cuenta con una fuerte oposición curial.

"No debe ser italiano ni europeo", afirma con vehemencia el filósofo Massimo Cacciari, frecuentador de cardenales y del Vaticano. El europeo más cercano a Ratzinger, principalmente en la limpieza, es el vienés Christoph Schönborn, que a favor y en contra cuenta con un enfrentamiento con Sodano sobre como tratar la pederastia eclesial. Más allá de Europa, los electores tienen cuatro opciones: América Latina, América del Norte, Africa y Asia.

La opción geográfica tiene mucho que ver con la citada decisión estratégica: afianzar primero la expansión del catolicismo, que aumenta solo en Latinoamérica, Africa y Asia, mientras retrocede en Europa y EEUU, o terminar antes la limpieza empezada por Benedicto XVI. En el primer caso parecería más adecuado un Papa de las zonas donde el catolicismo crece, siempre conocedor del aparato vaticano; en el segundo, un europeo u occidental.

Africa es considerada un continente-puente entre Latinoamérica y Asia. Cuenta con un favorito, Peter Turkson, ghanés y presidente del organismo vaticano Justicia y Paz. Otro candidato aún en formación es Laurent Monsegwo Pasinya, de Congo, carismático, funcionario del Ministerio Vaticano de las Misiones, que presidió provisionalmente el parlamento de Kinshasa cuando Mobuto Sese Seko escapó del país. Un tercer candidato sube en las cotizaciones: el citado franciscano Fox, de Suráfrica, para quien es "un hecho que el centro de la Iglesia se ha tras ladado hacia el sur del mundo, donde viven la mayoría de los católicos".

EL CONTINENTE DEL FUTURO Con el 60% de la población mundial, Asia cuenta con solo el 2% de católicos, pero es el continente del futuro y encrucijada de muchos intereses de la Iglesia, como las relaciones con China. El candidato emergente es Luis Antonio G. Tagle, filipino, arzobispo de Manila, muy comprometido con la asiatización del mensaje cristiano.

En América Latina viven la mitad de los católicos, que ya reivindicaron un Papa en 2005. Cuentan con un candidato brasileño, conocedor de los entresijos vaticanos, Odilo Pedro Scherer, arzobispo de Sao Paulo. De América, el candidato podría no ser latino sino canadiense hispanizado. La tradición considera inconveniente que el Papa sea de EEUU por ser la primera potencia mundial. Marc Ouellet, exarzobispo de Ottawa y actual ministro vaticano para los obispos, vivió años en Colombia. Habla inglés y castellano. Reúne todas las condiciones ideales, hasta el punto de que en el Vaticano alguno considera incluso que "parece demasiado bien diseñado para el cargo". "El nuevo Papa tiene que ser de habla inglesa", apunta el ensayista estadounidense Michael Novak, influyente promotor laico de Ratzinger.