Siete referencias a la paz, pero ninguna de condena expresa a la guerra ni a la invasión de Irak en el discurso de Juan Pablo II a su llegada a España. En estas primeras palabras, que habitualmente resumen el mensaje que luego desarrolla a lo largo de su visita, el Papa apeló a "una convivencia en la unidad" de los españoles "dentro de la maravillosa y variada sociedad, diversidad de sus pueblos y ciudades" y al reconocimiento de las raíces católicas en la futura Europa.

Interrumpido por aplausos y vítores, y por una deteriorada salud que le obligó a hacer pausas, el Pontífice agradeció en un aceptable castellano la acogida en Barajas por unas 2.000 personas, con los Reyes, el Gobierno, autoridades locales y la totalidad de los obispos españoles a la cabeza.