"Mientras las ayudas y los planes de desarrollo son obstaculizados por complejas e incomprensibles decisiones políticas, a causa de descarriladas visiones ideológicas o de insuperables barreras aduaneras, las armas no: sin que importe su procedencia, circulan con una jantaciosa y casi absoluta libertad en muchas partes del mundo".

El papa Francisco ha sido directo. Era el primer pontífice invitado a inaugurar, este lunes, la sesión anual del Programa Mundial de Alimentos (PAM), un organismo de la ONU que tiene en Roma su sede mundial. En Brindisi, en el sur de Italia, la agencia dispone de una flota de aviones y barcos que, desde el primer momento en que se produce una emergencia mundial que comporte hambre y la pérdida de las cosechas, envía y si es necesario lanzan alimentos, semillas y aperos agrícolas desde el aire.

"Hemos transformado el alimento en un privilegio para pocos", ha dicho el Papa a la asamblea de delegados de casi todos los países del planeta, lamentando que “en un mundo hiperconectado” y con “un exceso de información", se haya "transformado la miseria en algo natural”. “Poco a poco nos hemos vuelto inmunes a las tragedias de los demás y las consideramos como naturales”, ha explicado, subrayando que siendo tantas “las imágenes que nos llegan, ya no vemos el dolor, no lo tocamos, oímos el llanto pero no lo consolamos, vemos la sed pero no la saciamos, por lo que muchas vidas se transforman en parte de una notícia que en poco tiempo será sustituida por otra, mientras que el dolor, el hambre y la sed no cambian, permanecen”.

DONACIONES VOLUNTARIAS DE PAÍSES

El presupuesto del PAM se forma a partir de donaciones voluntarias públicas y privadas de los países. Según los últimos datos (del 2014), la agencia, en la que trabajan 11.000 personas, facilitó asistencia alimentaria a 80 millones de personas de 82 países. Con casi ocho millones de euros (2014), España ocupa el puesto 34 entre los donantes, después de Sierra Leona.

Tras denunciar la burocracia y la elaboración de “largas reflexiones o interminables discusiones” sobre el hambre, Francisco ha recordado a los presentes que “la miseria tiene un rostro, el de un niño, una família, de los jóvenes y ancianos”. Ha proseguido diciendo que “tiene el rostro de la falta de oportunidades y de trabajo para tantas personas, de las migraciones forzadas, de las casas abandonadas o destruidas”. Frente a ello “no es lícito que digamos que su situación es fruto de un destino ciego frente al que no podemos hacer nada”, porque “cuando faltan los rostros y las historias, las vidas empiezan a transformarse en cifras y poco a poco corremos el riesgo de burocratizar el dolor de los demás”. “Las burocracias se ocupan de papeleos; en cambio, la compasión se pone en juego para las personas”, ha subrayado.

Tras la filípica, el Papa ha entrado de pleno en las causas del hambre. “Que quede claro, la falta de alimentos no es algo natural, no se trata de un dato ni obvio ni evidente que hoy, en pleno siglo XXI, muchas personas sufran este azote, sino que es debido a una egoista y mala distribución de los recursos, a una mercantilización de los alimentos”. Ante los alimentos derrochados -la ONU los estima en un 30% de cuanto se produce-, Jorge Bergoglio ha dicho que “quien despilfarra es como si robase de la mesa del pobre, de quien tiene hambre”. “Es urgente por lo tanto -ha añadido—desburocratizar todo lo que impide que los plantes de ayuda humanitaria alcancen sus objetivos”.

Al final de su estancia en la sede del PAM, cercana al aeropuerto romano de Fiumicino, el Papa ha rendido un homenaje a los numerosos caídos de la institución que han perdido la vida mientras lanzaban sacos de alimentos con el paracaídas en decenas de países del planeta, o porque abatieron sus aparatos. Tras definirlos como "mártires", el Papa ha pedido más "héroes capaces de abrir caminos, lanzar puentes, agilizar procedimientos para que pongan el acento en el rostro de quien sufre”.