La aparición, ayer, del libro entrevista que el periodista alemán Peter Seewald ha escrito sobre el Papa confirmó que Benedicto XVI ha dejado los juicios rigurosos sobre el condón, como se dejaba notar en el avance publicado el sábado por el diario oficial del Vaticano, L´Osservatore Romano . Más chocante resulta el paralelismo entre sus opiniones sobre el catolicismo en España y lo expresado en el avión que le llevó a Santiago, en las que habla de un país donde el laicidad libra un combate con la fe. Ratzinger se expresa con soltura acerca de las cuestiones que un creyente o un ateo le plantearía, con estilo coloquial y didáctico. España: Una idea que repitió en su último viaje

Las palabras del Papa en el avión que le trasladó el pasado 6 de noviembre de Roma a Santiago de Compostela, donde inició su segunda visita a España, y en las que definió al país en el que se disponía a aterrizar como "cuna de la fe", pero también "de un anticlericalismo, un laicismo fuerte y agresivo, como se vio en la década de los años 30", no eran fruto de la improvisación. Ratzinger ya declaró algo similar al periodista Peter Seewald el pasado mes de julio, tal y como queda reflejado en el pasaje del libro donde se abordan los viajes pastorales de Benedicto XVI.En esas páginas, el Pontífice se refiere a España como "uno de los grandes países católicos, que ha regalado a la Iglesia grandes santos" y que tiene una historia "excitante". Y a continuación señala: "Es un país de contrastes dramáticos. Pensemos en el choque entre la República de la década de 1930 y Franco, o en la dramática lucha actual entre la secularidad radical y la fe decidida". La alusión inicial a esa cuestión molestó al Gobierno español y movió al portavoz de la Santa Sede, el jesuita Federico Lombardi, a negar que el Papa hubiera querido establecer un paralelismo entre la persecución que sufrió la Iglesia en aquella década y la situación actual.El Papa complementa la referencia a España en el libro con una alusión a "la pluralidad de culturas" que conviven en el país, entre las que están, dice, "los vascos y los catalanes".El preservativo: Aceptación matizada para combatir el sida

El recuerdo de su primer viaje a Africa, en marzo del 2009, durante el que condenó la utilización de preservativos, da pie a que el Pontífice se explaye sobre su posición acerca del condón. Tras sostener que nadie hace más que la Iglesia católica en el combate contra el sida en esa zona del planeta, Ratzinger se apunta a la teoría ABC (Abstinencia-Fidelidad-Preservativo), donde este último "se presenta únicamente como punto de escapatoria cuando los otros no funcionan". El periodista Peter Seewald recoge después las palabras del Pontífice, que han sido interpretadas como un cambio en la actitud del jefe de la Iglesia católica respecto al uso de profilácticos. "Podrá haber supuestos aislados, en los casos de prostitución en que se utiliza el preservativo por ejemplo, en los que ello puede ser un primer acto de moralización, un primer tramo de responsabilidad a fin de desarrollar una conciencia de que no todo está permitido", dice Ratzinger.A continuación, el periodista insiste: "¿Significa esto que la Iglesia católica no está, en principio, contra la utilización de preservativos?". "Es obvio que no los ve como una solución real y moral. No obstante, puede ser, en la intención de reducir el peligro de contagio del sida, un primer paso en el camino hacia una sexualidad vivida de forma diferente, más humana", corrobora el Papa, reafirmando que la actitud de rechazo frontal ha variado. Por el contrario, no se observan cambios respecto a la píldora anticonceptiva.Los curas pederastas: Un escándalo de una magnitud "inaudita"

Al ser interrogado sobre los abusos sexuales protagonizados por curas y religiosos, el entrevistado reconoce que se trata de "una gran crisis". "Ha sido como el cráter de un volcán del que de pronto salió una nube de inmundicia que todo lo oscureció, de modo que el sacerdocio apareció como un lugar de vergüenza y cada sacerdote se vio bajo la sospecha", afirma. Ratzinger admite que el asunto no llegó para él "de forma totalmente inesperada", aludiendo a su paso por la Congregación para la Doctrina de la Fe, pero que su magnitud fue "un choque inaudito". En el libro, el Papa aboga por "el castigo para quien ha faltado y sobre todo la exclusión de todo ulterior acceso a los niños", reconoce que tal vez el Papa tenía que haber hablado con más frecuencia de los abusos para que no cupiera ninguna duda sobre su posición y se muestra agradecido "por toda la información" facilitada por la prensa, aunque no siempre estuviera guiada "por la voluntad de transmitir la verdad, sino que también había un goce en desairarla".Ecumenismo: Dudas de la relación entre Islam y violencia

Sobre los ortodoxos, opina Ratzinger que "hay aún camino por andar", pues permanece el contraste sobre "el papel específico del Papa". Respecto a las iglesias de China --la nacionalizada y la fiel a Roma--, explica que la "mayoría de obispos" de ambas ya reconocen al Pontífice. Y de los protestantes subraya que hay iglesias diferentes, pero augura que se hablará "con una sola voz de los grandes temas". También habla de los anglicanos que se pasan al catolicismo: "Hay que ver hasta qué punto podremos guardar su tradición". De los islámicos subraya que, en común, existe "la defensa de los grandes valores", pero que deben esclarecer su relación con la violencia. También se adentra en el caso del obispo lefevbriano Richard Williamson, del que dice que "fue un error no estudiar y examinar suficientemente la cuestión" de la readmisión.La modernidad: Prevención sobre los avances científicos

Al responder sobre los desafíos de la modernidad, el Papa admite que la Iglesia tal vez se equivoca en algunas cosas. En su opinión, frente al progreso "hay que reflexionar sobre los criterios que se quieren adoptar", y pone el ejemplo del descubrimiento del ADN, con el que "se está en condiciones de reproducir en parte la vida", dando "nuevas posibilidades al hombre". Identifica la destrucción fruto del progreso con el hecho de que produce una fuerza "con la que podemos destruir el mundo", porque a veces al conocimiento "le falta el bien". "Hay que repensar todo esto", dice, "porque al lado del conocimiento y del progreso hay otro concepto fundamental: la libertad". Se pregunta el Papa si se puede hacer todo lo que el progreso hace viable y dice que no, citando el cambio climático, frente a cuyos desperfectos "ha surgido una conciencia común y una responsabilidad global". Y alude a la actual crisis financiera, que achaca al hecho de que "se ha vivido por encima de las posibilidades".