El Papa Benedicto XVI llega hoy a un Brasil en el que casi la totalidad de sus habitantes creen festivamente en Dios, pero en el que más de seis millones de fieles han dado la espalda a la Iglesia católica en los últimos años. Al grito de "aleluya", y alzando las manos hacia el cielo, se han pasado a las filas de lo que el Vaticano denomina con desdén las "sectas" evangélicas, algo que preocupa al el Pontífice.

A los 80 años, Joseph Ratzinger llega por primera vez como máxima autoridad del catolicismo a una América Latina que, en su conjunto, alberga a la mitad de los católicos del mundo. "El continente de la esperanza", acaba de llamarlo, con un optimismo que no todos aquí comparten. Una reciente encuesta del Instituto Datafolha da cuenta del declive de la influencia vaticana de Brasil: solo un 64% de los brasileños dice ser católico, contra el 74% que participaba del culto en los 90.

Como contrapartida, los evangélicos --encabezados por la Iglesia Universal del Reino de Dios, que con su consigna "!Pare de sufrir!" penetra en los hogares más pobres a todas horas gracias a su enorme poder mediático-- -- suman ya el 17% de los creyentes en un país de más de 180 millones de habitantes. Una década atrás, eran el 11%.

INFLUENCIA Datafolha identificó otro hecho que sonroja a los prelados: las iglesias evangélicas, con su estentóreo rechazo desde el púlpito a la bebida, la droga y el maltrato familiar, tienen mucha más influencia en la vida de los fieles que las católicas. El 54% de los entrevistados reconocieron haber cambiado algún hábito de su vida en virtud de las admoniciones de los pastores evangélicos. Solo el 9% de los católicos respondieron así.

Por cada cura, hay aquí 14 pastores evangélicos. En 1991, se hallaban a la par. ¿Qué ha sucedido?, Geraldo Majella, arzobispo de Salvador de Bahía, la ciudad brasileña "sincrética" por excelencia, por su cruce de catolicismo y religiones africanas que trajeron los esclavos, lo ha dicho: la Iglesia católica "abandonó" a su feligresía.

El teólogo Leonardo Boff, uno de los principales referentes de la Teología de la Liberación, que en los 80 perdió la batalla en el seno de la Iglesia con el ala conservadora que representa Ratzinger, atribuye esta migración a los problemas que ha tenido la Iglesia para "innovar sus discursos y liturgias". Según Boff, la institución no solo debe hablarle a la sociedad de la pobreza "escandalosa", sino de los graves problemas ecológicos, como la deforestación del Amazonas.

ENSEÑANZA RELIGIOSA Pero el Vaticano parece tener otras prioridades en Brasil y, según la prensa, quiere llegar a un acuerdo con el Gobierno para imponer la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas estatales. Nadie, sin embargo, da un duro por esa empresa: Brasil ha separado a la Iglesia del Estado y no tiene intenciones de restituirlo.

El Vaticano también quiere a su vez involucrar al presidente Luiz Inacio Lula da Silva, un católico practicante, en la cruzada contra el aborto. Pero Lula ya adelantó que si bien rechaza "en lo personal" la interrupción voluntaria de los embarazos, no puede desoír esa problemática. "Si tuviéramos una buena planificación familiar y educación sexual, posiblemente no tendríamos la cantidad de embarazos no deseados. Pero mientras esto exista, el Estado precisa tratar esto como una cuestión de salud pública", dice.