TUtno de los mejores indicadores económicos para conocer el crecimiento y la estabilidad de una economía es el papel higiénico. Y la cosa, si se miran los datos de la celulosa, no pinta bien. Un reciente estudio realizado por TNS Worldpanel indica que las familias españolas han consumido 106 rollos de papel higiénico entre julio de 2008 y junio de 2009, lo que supone casi tres kilos menos respecto al mismo periodo del año anterior, aunque eso sí, cada español ha gastado 20 céntimos más que el año pasado. Es decir, vamos de culo, y eso lo demuestra un mercado, el de la celulosa, que mueve cerca de 400 millones de euros anuales. Las soluciones a la crisis han trasladado estos días a la sociedad el debate sobre las famosas ayudas de los 420 euros a los desempleados. El Gobierno justifica su precipitación asegurando que tomó la decisión de aprobar de urgencia estas ayudas debido a la ruptura del diálogo social propiciada por los empresarios. No sé. Se habla mucho de las necesidades de proteger a los parados (algo que también considero vital), pero creo que olvidamos o dejamos a un lado la necesidad urgente de plantear y debatir sobre una reforma laboral, con lo que me da la sensación de que seguiremos teniendo muchos parados durante un largo periodo de tiempo. El problema, entiendo, es que tal y como están ahora las reglas del juego en este país, los agentes y sectores implicados en conseguir una auténtica reforma laboral están abocados al fracaso inminente. Qué triste. Es como ir al baño confiados y darnos cuenta en plena faena de que se nos ha olvidado lo más esencial: comprar el papel higiénico.