TCtáceres 2016 se ha convertido en los últimos años en la estrella de la información local. A tener en cuenta los numerosos comentarios de la ciudadanía, se diría que hay cierta preocupación por que la concesión de la capitalidad cultural recaiga en otra ciudad que no sea Cáceres. No debería ser así, al fin y al cabo disponemos de un batallón de incansables ideólogos con sabias opiniones sobre cómo gestionar el proyecto. Por propuestas, críticas o quejas que no quede.

Que nadie me malinterprete: a mí también me gustaría que nuestra ciudad se hiciera con la capitalidad. A Cáceres le vendría muy bien por asuntos culturales, sí, pero también como proyección internacional. Empatizo, pues, con el fondo del asunto.

Ahora bien, tengo la sensación de que muchos se lo toman como una mera competición deportiva, menospreciando su esencia: el aspecto cultural. Y si no, ¿por qué tanto interés en que Cáceres sea capital cultural cuando el interés real en la cultura sigue siendo tan tibio? Basta echar un vistazo a los comentarios sobre Cáceres 2016 vertidos en internet que de puro descuido formal resultan difíciles o imposibles de entender. ¿Por qué esa preocupación por la culturalidad y luego escriben con faltas de ortografía? Deduzco de detalles como ese que a ciertas personas les atrae la capitalidad solo por lo que en ella ven de festivo, rechazando una obviedad: que el buen uso del idioma español es tan cultural (o más) como la celebración de un espectacular macroconcierto.

Deberíamos trabajar no solo por un Cáceres cultural sino también por un Cáceres culto. Lo contrario sería como una paella sin arroz.