El rugby femenino se inició por primera vez en España en el campo de entrenamiento de la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid, a principios de los años 70, cuando un grupo de universitarias organizaban partidos improvisados. A partir de ahí, se han ido formando numerosos clubes, las competiciones se han regulado y la selección nacional se ha convertido en toda una potencia mundial.

Ya han pasado más de tres décadas, pero no fue hasta el pasado 11 de marzo del 2006 cuando se disputó por fin el primer partido de rugby femenino en Cáceres. El anfitrión, la recién estrenada sección de chicas del CAR Cáceres. El rival, el Ingenieros Industriales de Madrid. El resultado, aunque era lo de menos, no dejaba de ser previsible: 0-48, a favor de las jugadoras visitantes.

Este partido amistoso fue la culminación a una idea que se fue gestando meses atrás, cuando los directivos del club cacereño vieron que tenían la posibilidad de juntar a un grupo de chicas dispuestas a jugar. "Venían a ver los partidos de sus novios o sus familiares y poco a poco les entró el gusanillo de jugar también. Hemos reunido a un grupo de 10 a 15 chicas que están muy ilusionadas. La verdad es que es un equipo que promete", explica Germán García, director deportivo del CAR Cáceres.

El objetivo a corto plazo, como señala Germán García, es "ampliar la plantilla a un grupo de 20 a 30 chicas para ir jugando más partidos amistosos". Mientras eso suceda, el CAR Cáceres se limita a entrenar cada viernes, mejorando las nociones de juego y las tácticas del equipo. En el horizonte, las segundas ligas, es decir, competir a nivel federado.

Sin embargo, ese todavía es un objetivo lejano, ya que el rugby femenino en España tiene un alto nivel a pesar de su bajo seguimiento. Según datos del Consejo Superior de Deportes, en la actualidad hay cerca de 900 mujeres federadas, lo que supone menos de un 10% del número de total de hombres. Un número de licencias suficiente como para que la selección española ya haya llevado el título de campeón de Europa a las vitrinas de la Federación.

Fiel testigo de ello es Carmen Perianes, una cacereña que militó en el Cisneros y que ahora, de regreso a casa, vuelve a descolgar las botas. "Es un deporte que engancha. Mi hermano y mi primo juegan, y yo cuando me vine de Madrid quería seguir haciéndolo, por eso no lo dudé cuando me ofrecieron la posibilidad". Su experiencia en anteriores equipos ahora será básica en este nuevo proyecto deportivo. "Yo siempre he jugado de ala, pero ahora tengo que hacerlo de medio melé para ayudar al equipo. No estamos mal, aunque hay que mejorar en defensa. Se notó que tenemos menos rodaje", explica Carmen Perianes.