Se trata de una decisión excepcional. La dirección de aviación civil ordenó ayer que todos los aviones de los aeropuertos de París y de la mitad norte de Francia se quedaran en tierra durante al menos 14 horas --entre las ocho de la tarde de ayer y las diez de la mañana de hoy--, el tiempo necesario para que pasara el núcleo de una tempestad que se preveía menos violenta que la del 24 de enero pero sí más larga y sostenida.

No fue solo la violencia del viento --de entre 120 y 140 km por hora en la fachada atlántica y de 100 a 120 km por hora en el interior-- lo que aconsejó suspender el tráfico aéreo, sino su brusco cambio de sentido: la aviación civil juzgó necesario intervenir porque la fuerza de las ráfagas de viento ladeado sobrepasaba el límite de seguridad.