Juan Giner Cerezo, una de las víctimas olvidadas de la ola de calor en Francia murió, como muchos otros en París, solo y en su casa. Pero en el último momento, este español de 73 años y origen valenciano se libró del entierro colectivo. En su inhumación estuvieron ayer el cónsul de España, Fernando Perpiny , y un vecino, David, quien como último homenaje depositó sobre su sencillo ataúd de madera de pino una rosa ecuador, una de las hermosas flores que tanto amaba Giner.

"Pepito , así lo llamábamos todos, adoraba las plantas y había convertido el patio de nuestra casa en un magnífico jardin", explicó David. Los vecinos de Pepito le adoraban. El choque fue terrible cuando descubrieron su nombre en la lista de los muertos abandonados. David se puso en contacto con el consulado español para informarse de lo que iban a hacer con su cuerpo. También intentó localizar a los familiares del anciano, pues sabía que "tenía mujer e hijos".

"Es increíble que las autoridades no hubieran encontrado la dirección de sus familiares en España", exclamó indignado en una primera reacción. Posteriormente, tuvo que rendirse a la evidencia de que sus allegados, "por las razones que fueran", no querían ocuparse de darle sepultura. Pero las autoridades españolas sí localizaron a los familiares de Giner. A través de una abogada, dieron a entender que no pensaban reclamar el cuerpo. Lo que no impidió que el Consulado de España en París hiciera las gestiones necesarias para obtener una concesión de sepultura para 30 años en un cementerio y contratara la inhumación.

LOS OTROS ENTIERROS

"Que duerman y descansen en paz". Estas palabras de un poema de la cantante Barbara cerraron la "sencilla y digna" ceremonia civil que acompañó la inhumación de los 57 olvidados de la canícula.

Para dar un poco de humanidad al acto, al que asistieron el presidente de la República, Jacques Chirac, y el alcalde de París, Bertrand Delanoe, las autoridades municipales decidieron incluir la lectura del poema y un concierto. Un centenar de desconocidos, que acudieron con ramos de flores y coronas, se sumaron al homenaje que simbolizaba por sí mismo el drama de la soledad y el abandono con que viven algunos ancianos. En Francia ha habido 11.000 víctimas mortales por culpa del calor.