THtay muchas maneras de pasar el rato. Hay quien lo hace con los amigos, las cervecitas y la tertulia. Hay quien lee, o se queda posado ante la tele, o da un paseo. Quiero decir, maneras normales de dejar que el tiempo vaya, sin más. Pero tres niñatos de Barcelona, para pasar el rato según propia confesión, tuvieron la ocurrencia cabrona de apalear y quemar viva a una indigente, a una mujer que se refugiaba en un cajero automático del frío de la noche. "Se nos fue la mano", dijeron a la policía entre lágrimas babosas. Quizás solo pretendían lanzarle diez o doce escupitajos, darle unas cuantas patadas y quemarla un poquito. Según leo, pertenecían a familias normales , no desestructuradas, de clase media residente en un barrio alto de la ciudad. No eran pandilleros, ni estaban integrados en ninguna tribu urbana. Eran sólo mozalbetes mimados que, para pasar el rato, quemaron viva a una mujer, María Rosario , de 50 años, quizás con el único ánimo de divertirse .

Y a ver qué víctima propiciatoria buscamos ahora para cargarle el mochuelo de esta brutalidad. No nos valen los marginales ni los inmigrantes sin papeles, que son siempre el recurso fácil de los bienpensantes. Porque Ricard, Oriol y Juan José , que así se llaman estos monstruos, pertenecen, precisamente, a ese status decente . Eran burguesitos acomodados que se aburrían. ¿Buscamos en la ideología? Yo no tengo dudas, pero la sociedad tiene miedo de enfrentarse a esa posibilidad, que transformaría la anécdota en categoría. Se niega a aceptar que niños bien puedan ser protagonistas de episodios tan horripilantes. ¡Señoritos de mierda!