La cuarta parte de los 150.000 habitantes de la ciudad balnearia de Bournemouth, en Dorset, son gente de la tercera edad. Una audiencia perfecta, a juicio de Philip Nitschke, propagandista de la eutanasia, llegado desde Australia para explicar las virtudes de un suicidio a tiempo.

"Estábamos al tanto de la demografía de Bournemouth. Sabíamos que había muchos retirados. Son gente que busca opciones y dónde elegir", dice el hombre al que la prensa australiana apoda Doctor Muerte .

Nutrida concurrencia

Casi un centenar de personas, que debían tener obligatoriamente más de 50 años o estar enfermas en fase terminal, asistieron el pasado martes al taller organizado por el fundador de la organización Exit Internacional. El médico proyectó varios vídeos de testimonios de quienes optaron por quitarse la vida. Después detalló las medicinas y dosis necesarias para viajar al más allá.

"La sociedad sale beneficiada cuando tiene un buen acceso a la información sobre cómo poner fin a la vida", explicó a la concurrencia. "Para mí es alguien fabuloso", afirma Peter King, de 66 años, que añade: "Creo que, dentro de 50 años, todo este asunto de dejar a la gente sufrir lo veremos como cuando se quemaba a las brujas". Otra asistente fue sin que lo supiera su marido: "Sé que mi estado va a deteriorarse y no quiero ser una carga para él. Quiero conocer las opciones".

"Prefiero morir como un perro", dice la pegatina que el médico australiano ha colocado en su maletín. El mensaje es brutal y claro. En muchas ocasiones los seres humanos deben padecer, antes de que su vida acabe, un calvario degradante y doloroso, sin que les quepa otra opción. En cambio, en el caso de los animales, una rápida inyección acaba con los sufrimientos de los desahuciados. Nischke, de 61 años, lideró una campaña en Australia que desembocó en los 90 en la aprobación de una ley legalizando la eutanasia en los territorios del norte.

El mismo ayudó a morir, con inyecciones letales, a cuatro pacientes, antes de que la normativa se derogara. En las charlas no oculta su inclinación por el Nembutal, el barbitúrico que mató a Judy Garland y Marilyn Monroe, fármaco utilizado por los veterinarios. En el Reino Unido, su uso en humanos está prohibido, pero es fácil de comprar en países como México.

"Deberían prohibir esas charlas", opina un abuelo que acusa al médico de incitación al suicidio. "Su influencia puede ser inadecuada para gente turbada psicológicamente o demasiado joven y con las ideas aún por formar", apunta Alex Russell, vicario de Pennington y capellán en un centro destinado a enfermos terminales.

Retenido en Heathrow

El médico estuvo a punto de no poder realizar su gira por Gran Bretaña. Al llegar al aeropuerto londinense de Heathrow el día 2 de mayo, la policía le retuvo nueve horas, porque en el Reino Unido es ilegal ayudar a alguien a suicidarse o animarle a hacerlo. "Ahorcarse --añade Nitschke-- sigue siendo aún hoy la forma más habitual de suicidio en este país y, paradójicamente, la gente que tiene información vive más tiempo, porque no toma decisiones impulsivas".