TEtl desarrollo industrial de Extremadura es muy raro. Por un lado está la patronal cacereña, que parece una célula comunista, y por otro, Rodríguez Ibarra, que parece un padre equitativo que reparte lo que hay entre sus dos hijas: Cáceres y Badajoz. Lo de la patronal cacereña me recuerda a un comité estalinista proyectando los planes quinquenales de la URSS: aquí una industria del acero, allí una papelera... Dicen los empresarios que antes de que se instale en la provincia la industria prometida por Rodríguez Ibarra debe de haber "un debate social sobre cuál es el lugar más conveniente para la instalación". Es decir, confunden una industria con un parque infantil, cuya ubicación suelen consensuar ayuntamientos y vecinos.

Pero una industria es otra cosa. Se trata de capital privado y al igual que los vecinos de un barrio no señalan dónde se debe abrir una mercería, tampoco se puede indicar a un empresario en qué lugar ha de poner su industria. Después está el paternalismo de Rodríguez Ibarra, que como se va a hacer una refinería en Badajoz se está moviendo lo indecible para colocar otra industria en Cáceres. Eso, en economía, debe de llamarse desarrollo industrial compensatorio. Ya sé que ese paternalismo lo practican todos los políticos y que, al fin y al cabo, cuando una industria se marcha, también se les culpa a ellos de la deslocalización. Pero no me negarán que nuestra aportación a la historia de la economía no tiene desperdicio: frente al liberalismo y la socialdemocracia, ahí está nuestro paternal-comunismo.