Que Bob Dylan, notorio y entusiasta converso, cantara en 1997 ante Juan Pablo II fue una sorpresa, pero relativa. Mucho más sorprendente fue la escena que se vivió el miércoles en la plaza de San Pedro del Vaticano: la cantante Patti Smith, testigo de Jehová en su infancia, madrina del punk en los años 70 e interesada por el budismo en su madurez, entregada al papa Francisco.

Smith, militante ecologista, se confesó «muy feliz». «Cuando Benedicto XVI anunció su renuncia recé para tener un papa de nombre Francisco. Pensaba que si teníamos un papa Francisco podría decir al mundo que venía para servir a los pobres y acercarnos más a la naturaleza, para preocuparse del medio ambiente, como san Francisco», declaró a 'L'Osservatore Romano' la intérprete, que dedicará una canción al papa argentino.

«Recé sin parar -añadió- para que quien fuese el elegido eligiera llamarse Francisco y así sucedió. En ese momento lloré. Estaba tan feliz que prometí que vendría al Vaticano». Lo hizo, horas antes de actuar en el My Festival de Roma. Acabó, claro, cantando 'Gloria'.